lunes, 29 de noviembre de 2010

¿HA SENTIDO LA INFLUENCIA DEL ESPÍRITU SANTO?

“Sobre nosotros sea derramado el espíritu desde lo alto”
—Isaías 32:15—

TIEMPO APROXIMADO DE LECTURA: 6 MINUTOS

Mientras cantan y oran, una electrizante fuerza se apodera de sus cuerpos haciendo que hablen palabras en lenguas desconocidas, caigan al suelo, lloren o incluso griten. Las personas que han pasado por dicha experiencia afirman haber sentido en su cuerpo la influencia del espíritu Santo. ¿Alguna vez la ha sentido usted? ¿Ha sido testigo ocular de eventos como el que se mencionó al principio? Para numerosas iglesias protestantes estos eventos no son nada fuera de lo común y creen que es prueba contundente de que Dios los dirige y les da su espíritu. ¿Qué dice la Biblia? ¿Son estas acciones obra del espíritu santo? ¿Cómo influye el espíritu santo en su cuerpo y su mente?

Cristo dejó la tierra hace cerca de dos mil novecientos años, pero prometió a sus seguidores: “estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas” (Mateo 28:20). Es cierto que ya no está físicamente pero guía a sus discípulos mediante el espíritu Santo, el “ayudante” prometido (Juan 14:16, 17). En el siglo primero este espíritu daba dones milagrosos a los discípulos ungidos de Cristo como hablar en lenguas, tener conocimiento milagroso, profetizar, curar enfermos ¡y hasta levantar muertos! Esto probaba que el cristianismo —una “nueva religión” en esa época— tenía la aprobación divina. ¿Sucede lo mismo en nuestros días? El apóstol Pablo señaló: “sea que haya [dones de] profetizar, serán eliminados; sea que haya lenguas, cesarán; sea que haya conocimiento, será eliminado” (1 Corintios 13:8). ¿Cuándo sucedería esto? El apóstol señaló: “Porque tenemos conocimiento parcial y profetizamos parcialmente; pero cuando llegue lo que es completo, lo que es parcial será eliminado” (v.v. 9, 10). En ese entonces la congregación cristiana era joven y era necesario que se probara con obras milagrosas que ese era el camino de la salvación. El conocimiento de ellos era limitado, parcial. Pero Jehová predijo que en los últimos días ‘el conocimiento se haría abundante’ (Daniel 12:4). Es interesante ver que en esa profecía de Daniel se vincula el brillo “de los que tengan perspicacia” y el hecho de que ‘muchos discurrirían’ durante el tiempo del fin —que empezó en 1914—. Tanto los que tienen perspicacia como los que ‘discurrieron’ para hallar el conocimiento verdadero son los cristianos ungidos, a quienes Cristo nombró como esclavo sobre todos sus bienes terrestres en 1919 (Mateo 24:45). Puesto que desde 1919 el conocimiento se ha hecho más abundante, hemos alcanzado lo que el apóstol Pablo llamó “lo que es completo”, así que ya no es necesario probar con obras milagrosas que esta es la religión verdadera. Más bien, como dijo el apóstol Pablo antes de mencionar que los dones milagrosos terminarían: “el amor nunca falla”, y después dijo: “Ahora, sin embargo, permanecen la fe, la esperanza, el amor, estos tres; pero el mayor de estos es el amor” (1 Corintios 13:8, 13). Y tal como Cristo dijo, lo que hoy distingue a sus verdaderos seguidores es el amor que tienen entre sí, y no las obras milagrosas (Juan 13:35). Entonces, ¿son las experiencias extra normales que ocurren en muchas iglesias obra del espíritu santo?

La Biblia da evidencia de que no. Agreguemos otros detalles. Puesto que el espíritu Santo obró en la escritura de la Biblia es lógico creer que hoy no actuaría de forma contraria a lo que la Palabra escrita de Dios dice, ¿verdad? Cuando vemos personas que afirman hablar en lenguas por obra del espíritu santo vemos una clara contradicción a la instrucción inspirada que se registra en 2 Corintios 14:27, 28 que dice: “¿Quieren hablar en lenguas? Que lo hagan dos o tres al máximo, pero con limitación de tiempo, y que haya quien interprete. Si no hay nadie que pueda interpretar, que se callen” (La Biblia Latinoamericana, 1995).

También cuando se ve a personas cayéndose, llorando o gritando por “obra del espíritu santo” es evidente que no tienen control sobre su propio cuerpo, pero de nuevo la Palabra Inspirada de Dios nos dice: “Por otra parte, el fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. Y es evidente que acciones como las descritas antes no son producto de la paz, la apacibilidad y el autodominio, entonces, ¿cómo podríamos decir que son obra del espíritu Santo? Entonces, ¿existen realmente tales sucesos? La respuesta es un claro “sí”, pero, sin no es obra del espíritu Santo, ¿de dónde proviene? ¿Acaso no se ha logrado mucho bien con este tipo de obras curando enfermos y librado a endemoniados? Jesucristo no pasó por alto este detalle. En su gran profecía sobre los últimos días dijo: “Surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos” (Mateo 24:24, Nueva Versión Internacional). También dijo: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’. Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obradores del desafuero” (Mateo 7:22, 23). Por lo tanto estas obras no provienen del espíritu santo, sino del enemigo de Jehová, quien procura extraviar a las personas y llevarlas a la destrucción.

Y si el espíritu Santo ya no actúa produciendo milagros, ¿cómo actúa? No hay porqué dudar de que hoy el espíritu Santo sigue ayudando a los cristianos verdaderos. Jesús lo prometió como un ayudante y lo llamó “el espíritu de la verdad” (Juan 15:26). Interesantemente Jesús habló de que cuando sus discípulos recibieran el espíritu debían dar testimonio de él (v. 27). También, antes de ascender al cielo dijo que por recibir espíritu Santo serían testigos de él “hasta la parte más distante de la tierra” (Hechos 1:8). Y como la evidencia demuestra, solo los testigos de Jehová han logrado llegar “hasta la parte más distante de la tierra” llevando las buenas nuevas del Reino y haciendo que personas de todas las naciones adoren unidas a Jehová. Esta unidad doctrinal y el amor que se encuentra en esta organización es única en el mundo, porque recordemos que la parte más importante del fruto del espíritu santo es el amor. No hay duda, entonces, de que hoy el espíritu Santo dirige nuestra predicación y participa activamente en nuestra labor a fin de que sigamos teniendo unidad mundial y demostrándonos amor unos a otros en medio de un mundo dividido. También, tal como dirigía en el siglo I las decisiones que tomaba el Cuerpo Gobernante, hoy Jesús sigue usando el espíritu Santo que recibió de su Padre a fin de dirigir a este grupo de cristianos ungidos (Hechos 15:28). Dirige, también, el nombramiento de ancianos y siervos ministeriales en cada congregación (Hechos 20:28). Pero, ¿cómo influye en usted personalmente?

No dude en que sí influye en cada uno de nosotros de forma individual, pues Jesús nos instó a pedirlo insistentemente y a tener la confianza en que Jehová nos lo concederá (Lucas 11:12, 13). Recuerde que este es el “espíritu de la verdad” y que, puesto que la Biblia fue inspirada por Dios y que al ser escrita “hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo”, para entenderla con exactitud es necesaria la guía del espíritu santo (2 Pedro 1:21). El conocimiento pleno de las escrituras que usted pueda poseer se lo debe a la acción del espíritu santo. ¿La ha sucedido alguna vez que recuerda un pasaje bíblico justo en el momento en que lo necesita? Esto también es, sin duda, obra del espíritu santo, pues Jesús prometió: “Mas el ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he dicho” (Juan 14:26). Hay otras formas más claras en que el espíritu santo se evidencia. Cuando atravesamos dificultades y pedimos ayuda a Jehová, él nos responde con espíritu santo y nos da “la paz de Dios que supera a todo pensamiento [y que] guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús” (Filipenses 4:7). Las personas que ya han pasado por esta experiencia saben a qué se refería el apóstol Pablo al decir que se recibe paz “que supera todo pensamiento”. Así que, no dude ni un segundo de que el espíritu Santo le ayudará en los momentos en que más lo necesite. Es importante, sin embargo, tener conocimiento exacto y fe para recibir este espíritu. El hecho de que ya no se vean milagros por obra del espíritu Santo no es un indicio de que ya no actúa en nosotros. ¡Hoy está más activo que nunca dirigiendo la predicación, y pronto se verá más claramente su influencia cuando venga la guerra de Armagedón! Sigamos, pues, pidiendo a Jehová: “Sobre nosotros sea derramado el espíritu desde lo alto” (Isaías 32:15).

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