lunes, 29 de marzo de 2010

EL DIEZMO Y LOS CRISTIANOS

“Traigan todas las décimas partes”

— Malaquías 3:10 —

En muchos países latinoamericanos, e incluso norteamericanos, son muy comunes las iglesias evangélicas. Al menos en mi territorio, uno de los temas que a ellos les gusta tratar se relaciona con el Diezmo. ¿Entiende usted a cabalidad este tema? Si no es así es posible que sea muy difícil razonar con una persona sincera que pregunte al respecto. La semana ante-pasada hablamos del ayuno y citamos el texto de Gálatas 3:13 que dice: “Cristo, por compra, nos libró de la maldición de la Ley”, ¿aplica este texto también en lo que se refiere a la ley del Diezmo? Veamos:


El Diezmo se estableció como ley en el tiempo de los Israelitas y el propósito era suplir lo necesario para los sacerdotes levíticos que servían en el templo de Jerusalén; ya que ellos vivían en el templo y no tenían parte en la herencia de la tierra prometida y debían dedicarse a tiempo completo al servicio a Jehová, los diezmos de la nación de Israel les daba lo necesario para subsistir. Cientos de años después de la posesión de la tierra prometida mediante el profeta Malaquías Jehová dijo unas palabras registradas en un versículo que a los miembros de las iglesias protestantes, y especialmente a sus pastores, les gusta mucho citar: “Traigan todas las décimas partes al almacén, para que llegue a haber alimento en mi casa; y pruébenme, por favor, en cuanto a esto —ha dicho Jehová de los ejércitos—, a ver si no les abro las compuertas de los cielos y realmente vacío sobre ustedes una bendición hasta que no haya más carencia” (Malaquías 3:10). Para saber si esta petición de Jehová aplica a los cristianos solo es cuestión de saber cuándo se escribió. Malaquías completó su libro después del año 443 a.E.C. y como ya se mencionó en Gálatas 3:13, la muerte de Cristo anuló todas las leyes dadas a los Israelitas mediante Moisés, y la muerte de Cristo ocurrió en el año 33 E.C. Por lo tanto, la ley del diezmo desapareció junto con la ley del ayuno el 14 de Nisán de 33 E.C.


Sin embargo, entre los cristianos de origen judío surgió un problema, porque algunos aún querían aplicar la ley de Moisés, y especialmente la de la circuncisión, este caso fue llevado al Cuerpo Gobernante en Jerusalén y la decisión de ellos también nos ayuda a saber si el diezmo lo deben pagar los cristianos. El Cuerpo Gobernante mandó una carta a todas las congregación que decía: “Al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias: que sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de cosas estranguladas, y de fornicación. Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán. ¡Buena salud a ustedes!” (Hechos 15:28, 29). ¿Consideró el espíritu Santo y el Cuerpo Gobernante necesaria y obligatoria la ley del diezmo? No, porque si ellos hubieran considerado que el diezmo aún debía pagarse lo hubieran puesto en esta lista de cosas de la ley que aún debían guardar los cristianos. Además, surge la pregunta, ¿A quien debían pagar el diezmo los cristianos? En Israel se debían dar a los sacerdotes levitas, pero bajo el arreglo cristiano ya no existía tal arreglo sacerdotal, porque Jesucristo era el Sumo Sacerdote en los cielos y todos los cristianos del siglo primero pertenecían a un “sacerdocio santo” (1 Pedro 4:5). En vista de esto el apóstol Pablo escribió a los cristianos hebreos: “Es verdad que los hombres de los hijos de Leví que reciben su oficio sacerdotal tienen mandamiento de cobrar los diezmos del pueblo según la Ley. Ciertamente, pues, ocurre un poner a un lado del mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia” (Hebreos 7:5, 18). ¡No puede haber prueba más contundente! La Palabra de Jehová no exige que los siervos suyos bajo la “ley del Cristo” paguemos el diezmo, entonces, ¿cómo debe considerarse el diezmo hoy día?


Debe considerarse como un robo. Los pastores que exigen el diezmo están pasando por alto el mandato que dio Pablo en 1 Tesalonicenses 3:10, 12 que dice: “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma” y “Les damos la orden y exhortación en [el] Señor Jesucristo de que, trabajando con quietud, coman alimento que ellos mismos ganen”. No es inusual ver a tales pastores viviendo de forma lujosa o por lo menos viviendo bien, mientras que muchos de sus feligreses son personas de escasos recursos. Esto nos recuerda la visión que Jehová dio al apóstol Juan, en donde vio al imperio mundial de religión falsa representada por una prostituta que “vivía en lujo desvergonzado”.


Sin duda, saber la verdad sobre este respecto ha librado a miles de personas humildes de pesadas deudas y de ser engañadas. Con razón Jesús dijo: “Y conocerán la verdad, y la verdad los libertará” (Juan 8:32).

lunes, 22 de marzo de 2010

DESPIDIENDO A UN GRAN AMIGO

“La senda de los justos es como la luz del alba, cuyo esplendor va creciendo hasta el pleno día”
— Proverbios 4:18, Sagrada Biblia por Evaristo Marín Nieto —


Aún hay hermanos que recuerdan con mucho cariño la asamblea de Distrito de 1983-1984 titulada “Unidad del Reino”, y especialmente el discurso “Música que alaba a Jehová”, ¿por qué fue sobresaliente ese discurso? Tras 17 años de la publicación del cancionero en inglés titulado “Cantando y acompañándose con música en el corazón” se anunció la publicación próxima de un nuevo cancionero titulado “Canten Alabanzas a Jehová”, ¿qué diferencias tendría ese cancionero? En primer lugar, en vez de 119 cánticos contendría 225. Las letras se modificaron según se entendieron las verdades bíblicas en los 17 años transcurridos desde 1966 hasta 1983 y se modificaron muchos versos para mejorar el aspecto poético de las canciones.

Han pasado 25 años desde ese emocionante anuncio y todos los que actualmente somos testigos de Jehová alabamos a Jehová usando ese hermoso cancionero. El día viernes 29 de mayo de 2009, durante el primer día de la asamblea de Distrito “¡Manténganse Alerta!” de todo el mundo, muchos hermanos se sorprendieron y se conmovieron al escuchar el anuncio que decía que pronto, a partir de Enero de 2010 alabarían a Jehová con la “ayuda de un nuevo y hermoso cancionero titulado ‘Cantemos a Jehová’”. Las emociones y los sentimientos encontrados que tal sorpresa provocó se vivieron por todo el globo terráqueo al repetirse ese anuncio en las miles de asambleas de Distrito que se celebraron por todo el mundo. No fue raro ver a hermanos derramar lágrimas mientras escuchaban el popurrí de 6 de los nuevos cánticos del Reino. En muchos países ya han empezado a utilizar el nuevo cancionero, pero en muchos otros los empezaremos a usar a partir de la siguiente semana. La Conmemoración de la muerte Jesús será el evento señalado para cantar por primera vez como congregación esas nuevas composiciones. Mientras pasan los días llevamos una “cuenta regresiva” que nos indica cuáles serán los últimos cánticos del cancionero de 1984 que usaremos. Los escogidos han sido: 91 “Siendo Enseñados por Jehová”, 87 “La Cena del Señor”, 105 “Aclamemos al primogénito de la creación”, 171 “La canción de Victoria” y el 195 “Este es el día de Jehová”. Aunque estamos ansioso de cantar los nuevos cánticos, no podemos evitar sentir una tristeza que extrañamente nos invade. Es cierto que “Canten Alabanzas a Jehová” se ha quedado anticuado, pero con el irse de ese cancionero, se van más que simples canciones; se van con ellas trozos de nuestras vidas, ¿por qué decimos eso?

Muchos hermanos no olvidarán jamás la emoción que sintieron el día de su bautismo al cantar cánticos como el 13 (Dedicación Cristiana), 55 (Andando diariamente con Jehová), 143 (Declárate por Jehová), 202 (¡Estamos dedicados a Dios!), 207 (¿De quién mostramos ser?) u otros. Es cierto que esos cánticos aún existen en “Cantemos a Jehová”, pero no son iguales y, dado que les dimos un significado especial a las versiones anteriores, no despiertan en nosotros los sentimientos que nos provocaban las composiciones de 1984 ¿Quién no lloró alguna vez cuando, al finalizar la asamblea de Distrito o Internacional cantamos la estrofa que decía “Por compañerismo sincero, leal, hermanos y amigos: ¡Gracias Jehová!” (212)? ¿O a quién no se le enchinó la piel de emoción cuando cantaba la estrofa de aquel cántico que decía “Cristo gobierna ya y pronto pasará el viejo orden en Armagedón” (195)? ¿Acaso no se sintió motivado por las palabras: “¿Dice usted: ‘Predicar yo no puedo, expresarme no puedo al hablar’?” (215)? ¿O no se imaginó las bendiciones del paraíso cuando cantaba “Podrás ver la resurrección si fijas allí la visión” (222)? Tampoco podremos olvidar los ratos graciosos que pasamos en la congregación cuando todos se confundían al cantar el estribillo que decía “Si no quieren perecer besen al hijo de Jehová” (168) o la vez en que nadie del Salón pudo cantar el cántico 219 llamado “El trono celestial de Jehová” por ser el cántico más difícil de todo el cancionero en español.

¿Verdad que son momentos que recordaremos siempre? Versos como “Vivimos, morimos para ti; pues tú eres nuestro Dios” (13), “Siendo malos los días sepamos comprar el tiempo de meros placeres” (193), “Jehová y el Cristo son amigos de verdad, Amor con vida eterna dan; podemos bien lograr” (76) y “El control del cuerpo y mente, sí, mostrará nuestro amor y verdad” (191) en algún momento de nuestra vida ejercieron influencia en nosotros, nos motivaron a estar alerta, a acercarnos a Jehová, a luchar contra Satanás y a luchar contra nuestras propias imperfecciones. Sin duda es triste saber que nunca más, en ningún salón del Reino ni en ningún Salón de Asambleas resonarán nuestras voces entonando esos versos.

Sin duda, “Canten Alabanzas a Jehová” fue un gran amigo que nos ayudó a “derramar nuestro corazón” delante de nuestro padre celestial, nos ayudó a alabarlo y a mantenernos limpios o a mantener intacta nuestra esperanza del Nuevo Mundo. Sin embargo, una estrofa de un cántico de ese cancionero también nos recuerda algo: “Mientras seguimos marchando adelante, con la verdad nos refina Jehová. Luz da a su pueblo muy abundante, no precisamos mirar nunca atrás” (cántico 54).

Jehová ha nombrado al “Esclavo fiel y Discreto” para darnos el alimento al tiempo apropiado, y Canten Alabanzas a Jehová ya ha cumplido su propósito. Para nuestro tiempo es necesario “Cantemos a Jehová” por muchas razones, así que ¿cómo reaccionaremos al cambio? ¿Seremos humildes y aceptaremos los grandes cambios que sufrió nuestro cancionero? ¿O nos resentiremos con el “esclavo fiel” por esos cambios?

Aunque es inevitable sentir tristeza, seguro que también será inevitable sentir alegría, seguridad y devoción cuando cantemos por primera vez cánticos como “Jehová te dará fuerzas” (60), “¿Te ves en el nuevo mundo?” y “¡Este es el camino!” (65). No hay duda que Jehová sigue dándonos lo que necesitamos de formas agradables y “Cantemos a Jehová” es prueba de eso. Entonces, ¿le dará usted la importancia que se merecen nuestros cánticos del Reino? Si en su congregación aún se usa “Canten Alabanzas a Jehová”, ¿cantará con todo el corazón cuando, por última vez, cante cada uno de los seis cánticos que nos restan? ¡Jehová se merece alabanza! Nosotros tenemos el privilegio de cantarle, así que, como se dijo en el discurso de presentación del nuevo cancionero: “Sin importar si somos expertos o aprendices… ¡Cantemos a Jehová!”.


¿CÓMO PUEDO CANTAR BIEN?
No importa tanto su voz, sino la condición de su corazón. Jehová no ve si tiene voz de barítono o soprano, sino que le cante de todo corazón y con devoción. Puesto que se requiere devoción, fe y convicción para que Jehová acepte nuestra alabanza es posible que las siguientes recomendaciones le sean útiles:

1. ENTIENDA LA LETRA: Para tal propósito es necesario que al prepararse para la reunión también se prepare con los cánticos. Fíjese en el título y lea la letra y el versículo bíblico cuidadosamente en el que está basado. Cantemos a Jehová trae textos bíblicos auxiliares, léalos también y busque la relación de esos versículos con la letra del cántico. Para Canten Alabanzas a Jehová —que contiene un gran número de simbolismos y profecías— pregúntese, ¿qué significa esto? O ¿por qué se incluye en el cántico? Por ejemplo, ¿podría usted explicar porqué la última estrofa del cántico 195 incluye las palabras: “Entren al templo ya; busquen favor de Jah”? pues bien ¿qué significa entrar al templo de Jehová y cómo podríamos hacerlo los que no somos miembros del “rebaño pequeño”? Para eso es necesario entender qué es el templo de Jehová al que se refiere el cántico. Cuando logre entender todo el cántico estará listo para cantarlo apropiadamente.

2. PIENSE EN CÓMO APLICAR LA LETRA: Ya que ha entendido la letra pregúntese: “¿Cómo debería esto influir en mi?” El cántico 105 (de Canten Alabanzas a Jehová) dice: “De casa en casa vamos, diciendo la verdad, diciendo que ya reina el Hijo de Jehová.”, así que podría preguntarse: ¿Es el Reino mi tema principal de la predicación, o me limito a repartir revistas? Puesto que el cántico también dice: “Al individuo damos atención personal, estímulo al hermano. “¡Al Rey hay que aclamar!” podría preguntarse usted: ¿Realmente doy atención personal a los interesados, es decir, hago revisitas y conduzco estudios bíblicos? ¿Realmente me intereso en mis oyentes? ¿Le doy el lugar que Jesús se merece, o le doy a Jesús menos importancia de la que realmente debería tener? Aunque sabemos que Jehová es mayor que Jesús, nunca olvidemos que solo por medio de Jesús obtenemos la salvación, así que estimulemos al prójimo: “¡Al Rey (Jesús) hay que aclamar!”.

3. ABRA LA BOCA MÁS QUE CUANDO HABLA: Para una mejor articulación de las palabras y un mejor sonido, asegúrese de abrir la boca lo suficiente como para que el sonido salga apropiadamente.

4. ENVÍE EL AIRE AL DIAFRAGMA, NO A SUS PULMONES: Para enviar aire al diafragma haga como que lo envía al estómago y notará como este crece. Respire con la nariz y no con la boca. Párese erguido, nunca se agache para cantar.

5. NUNCA FUERCE SU GARGANTA: Si hay un tono agudo que no le sale es mejor que no fuerce su voz, cante lo más natural posible.

6. NO SE PREOCUPE DEMASIADO POR SU VOZ: No olvidemos que para Jehová nuestra voz no es lo más importante. Notará que si se preocupa mucho por su voz mientras canta, aunque logre afinarse a la perfección, no se preocupará debidamente por el mensaje del cántico, que al final es lo más importante. Preocúpese por su voz moderadamente y dele importancia máxima al mensaje del cántico y cántelo con el sentimiento debido.

¿CON QUÉ SENTIMIENTO DEBO CANTAR ESTOS CÁNTICOS?
91 – Siendo enseñados por Jehová: Para preparar el corazón piense en cómo se ha beneficiado de la educación divina. Al pensar en los problemas de los cuales se ha librado seguramente cantará este cántico con agradecimiento.

87 — La cena del Señor: Este cántico repasa la función de la pascua, a saber, conmemorar la poderosa liberación de los israelitas de Egipto, a la vez que muestra su antitipo, es decir, la liberación que se nos ofrece por medio del sacrificio de Jesús. En vista de esto, este cántico debe cantarse en forma de oración; con agradecimiento, intensidad y sinceridad.

105 — ¡Aclamemos al Primogénito de Jehová!: Nos habla del magnífico ejemplo de humildad de Jesucristo, su amor por su Padre y la recompensa que obtuvo, así como los beneficios que nos reportará su reinado. Cántelo con júbilo y respeto.

171 — La canción de victoria: Nos habla del poder que Jehová demostró con el ejército egipcio en 1513 a.E.C. y cómo lo volvió a demostrar cuando Jesús echó del cielo a Satanás y sus demonios en 1914. Este cántico debe entonarse victorioso, jubiloso y vigoroso.

195 —Este es el día de Jehová: Este cántico trata de lo que el Reino ha hecho desde 1914, lo que hará en el futuro cercano y lo que debemos hacer para beneficiarnos de él. Cántelo con alegría, confianza, seguridad y esperanza.

miércoles, 17 de marzo de 2010

VIVIR CRISTIANO: ¿DEBERÍA AYUNAR?

“Mas tú, cuando ayunes, úntate la cabeza [con aceite] y lávate el rostro”

— Mateo 6:17 —

Vamos ya varias semanas desde que empezó la “cuaresma”, celebración de la cristiandad cuyo supuesto fundamento son los cuarenta días que Jesús ayunó mientras estaba en el desierto, tras ser bautizado. Durante la cuaresma, muchas personas devotas se toman en serio el deber de ayunar y a veces toman solo una comida por día desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Pascua (Domingo de resurrección). Por esta razón, mientras nos acercamos a la “Semana Santa” es probable que en el ministerio del campo alguna persona sincera pregunte si los cristianos debemos ayunar, ¿qué respondería usted? ¿Entiende usted lo que la Biblia enseña al respecto?

La ley mosaica estipulaba que el Día de Expiación, es decir, el 10 de Tisrí (Septiembre/Octubre) los israelitas debían ayunar, esto les recordaba sus condición como pecadores y la necesidad de la redención (Levítico 16:29-31). Pues bien ¿qué hay de los cristianos al respecto? Jesús dijo: “Cuando ayunen, dejen de ponerse de rostro triste como los hipócritas, porque ellos desfiguran su rostro para que a los hombres les parezca que ayunan” (Mateo 6:16). Estas palabras indican que los discípulos de Jesús ayunaban, pero, ¿por qué? Porque estaban bajo la ley mosaica, que exigía el ayuno. Sin embargo, la condición de los discípulos de Cristo con relación a la Ley de Moisés cambió al morir Jesús el 14 de Nisán de 33 E.C. El apóstol Pablo dijo respecto a la ley: “Cristo, por compra, nos libró de la maldición de la Ley” (Gálatas 3:13). Sí, al morir Jesús en el madero de tormento, simbólicamente murió el pacto de la ley mosaica, y, por lo tanto, los cristianos ya no estaban bajo ese pacto y sus leyes. Entonces es removida la ley del ayuno también. ¿Indica esto que ayunar está prohibido para los cristianos?

Al leer las escrituras Griegas Cristianas notamos que, aunque los cristianos ya no estaban obligados a guardar la ley del ayuno, hubo ocasiones en que ayunaron algunos. Por ejemplo, Bernabé, Symeón, Lucio y Saulo (el apóstol Pablo) ayunaron mientras ‘ministraban públicamente a Jehová’ (Hechos 13:2). Este ayuno no se efectuó durante el Día de Expiación, así que el ayuno de ellos era voluntario y no porque estuvieran obligados a acatar una ley. Esto nos muestra que, si bien “Cristo, por compra, nos libró […] de la ley” y el ayuno, nunca prohibió a sus seguidores ayunar.

Puede haber ocasiones en que un cristiano decida ayunar; pongamos como ejemplo a un cristiano que cometió un pecado grave pero está sinceramente arrepentido, su angustia y la oración ferviente en busca de perdón pudiera hacer que perdiera el apetito. O, como algunos cristianos del siglo primero, los hermanos que llevan la delantera pueden “ayunar” antes de tomar decisiones importantes. En todo caso, ¿debe usted ayunar?

La Biblia no prohíbe el ayuno para nosotros, pero tampoco nos manda hacerlo, así que si usted desea ayunar no está violando ninguna ley bíblica, así como si usted no ayuna tampoco está violando ningún mandato divino. Si va a ayunar pregúntese antes, ¿entiendo la razón por la cual ayuno? ¿Son mis motivos los correctos? En todo caso la decisión no es de nadie, más que suya. Sin embargo, si usted decide ayunar es preciso que siga con cuidado las palabras de Jesús en Mateo 6:16, 18 que dicen: “Cuando ayunen, dejen de ponerse de rostro triste como los hipócritas, porque ellos desfiguran su rostro para que a los hombres les parezca que ayunan. En verdad les digo: Ellos ya disfrutan de su galardón completo. Mas tú, cuando ayunes, úntate la cabeza [con aceite] y lávate el rostro, para que no les parezca a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en lo secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará”. A nadie le interesa si usted ayuna o no, así que si decide hacerlo debe tener cuidado de no hacerlo para que otros lo vean o de andarlo contando, si así lo hace podrá tener la seguridad de que ‘su Padre que está en lo secreto se lo pagará’.

El tema de la siguiente semana será “El diezmo y los cristianos verdaderos”

viernes, 12 de marzo de 2010

¿DEBEMOS ODIAR A LOS APÓSTATAS?

“Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo”
— Salmo 97:10 —



La semana pasada tratamos el tema de la apostasía y cuán peligrosa puede resultar. Sabemos que estas personas que ‘se adelantan y no permanecen en la enseñanza del Cristo’ son anticristos e hijos del Diablo, y por lo tanto no deberíamos darles siquiera “un saludo. Porque el que le dice un saludo es partícipe en sus obras inicuas” (2 Juan 9, 10; 1 Juan 2:18, 19). Ahora bien, la situación podría tornarse difícil cuando un familiar o un amigo íntimo cae en el lazo del Diablo y se rebela contra Jehová y su organización. ¿Cómo deberíamos actuar y cómo deberíamos ver a los apóstatas?

Sabemos cómo debemos tratar a quienes abandonan la congregación, sea por que renuncian a su posición como miembros de la congregación por escrito o por acciones y palabras, o porque ha cometido un pecado grave, no se ha arrepentido y tiene que ser expulsado de la congregación. El apóstol Pablo dijo: “cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre” (1 Corintios 5:11). Notemos la expresión “cualquiera”; el apóstol no indicó que habría excepciones, ni siquiera con los familiares, mucho menos con los amigos que no tienen ningún parentesco consanguíneo. Es obvio que habrá ocasiones en que será necesario tratar con un pariente expulsado, pero el trato con esa persona debe mantenerse al mínimo si vive fuera de nuestra casa o no pertenece a nuestra familia inmediata. Si el pariente expulsado vive dentro de nuestro mismo hogar todavía, es lógico que no dejaremos de hablarle ni de tratar con él, pero nunca debemos olvidar que los lazos espirituales con esa persona se han roto por completo, pues esa persona ya no es amiga de Jehová. Es obvio que la apostasía no es menos grave que la fornicación ni que cualquier otro pecado grave, de hecho, es fornicación espiritual y es mucho más asquerosa y grave que la fornicación física. ¿Es nuestra posición ante los apóstatas exagerada? Por supuesto que no, y, de hecho, al actuar así demostramos nuestra lealtad a nuestro padre celestial. El amor a Jehová debe motivarnos a odiar lo que es malo ¿implica esto odiar a los apóstatas?

Jehová es justo y amoroso y nos instruye para nuestro propio beneficio, así que, ¿por qué dudar de sus normas expuestas con claridad en la Santa Biblia? Nadie que respete la Biblia se atrevería a contradecir los claros mandamientos de 2 Juan 9, 10 o 1 Corintios 5:11 ¿verdad? Aún así, los testigos de Jehová somos acusados de fomentar odio a los que en un tiempo fueron miembros de la congregación. Puesto que somos cristianos, seguimos el ejemplo de Jesús, y, ¿cómo reaccionó Jesús ante los líderes judíos, que en un tiempo pertenecieron al pueblo de Dios pero que negaban que él fuera el enviado de Jehová? Nunca dudó en llamarlos “prole de víboras” y de decirles que provenían de “su padre el Diablo”, también los llamó “ciegos” e “hipócritas” ¿indicaban estas palabras que Jesús, el reflejo perfecto de un Dios que personifica el amor, odiaba a estas personas? Todo depende del punto de vista desde el cuál entendamos la palabra “odio”.

Puesto que Jesús amaba a Jehová obedecía con celo el mandato del Salmo 97:10 de ‘odiar lo que es malo’. EL Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo Testamento de W.E. Vine indica que la palabra hebrea (el idioma que Jesús hablaba) para “Odio” (Heb. שׂנא, sane, la misma que usa el Salmo 97:10) puede referirse a “’ser enemigo’ de algo o alguien” o rechazar algo. En ese sentido Jesús “odiaba” a esos líderes hipócritas, aunque no sentía “hostilidad intensa, una mala predisposición arraigada, a la que suele acompañar el rencor.” (Perspicacia para comprender las Escrituras, Tomo 1, página 517, it-1 517). Además él odiaba sus acciones, es decir que sentía “fuerte aversión, pero sin ninguna intención de hacer daño al objeto del odio, sino solo de procurar evitarlo debido a un sentimiento de repugnancia”. (it-1 517) Por esa razón él no reprimía sus duras denuncias contra esas personas. Esa misma actitud adoptamos los testigos hacia los apóstatas.

Puesto que los apóstatas son enemigos de Jehová, también deben ser nuestros enemigos y en ese sentido sentimos “odio” hacia ellos, es decir, los rechazamos así como Jesús rechazó a los líderes religiosos hipócritas. Sin embargo ese odio no es el mismo tipo de odio al que se hace referencia en Mateo 5:43 ni en 1 Juan 3:15. Más bien, sentimos una fuerte aversión, no hacia las personas apóstatas, sino hacia sus acciones asquerosas y las evitamos “debido a un sentimiento de repugnancia”.

Entendiendo el significado de la palabra “odio” podemos responder a la pregunta: “¿Debemos odiar a los apóstatas?”, la respuesta es: Debemos sentir odio piadoso hacia ellos y asco hacia sus acciones.

Debemos ser equilibrados al ver este asunto. Nunca deberíamos sentir odio destructivo hacia ellos, es decir, “hostilidad intensa, una mala predisposición arraigada, a la que suele acompañar el rencor. Tal odio puede convertirse en un sentimiento corrosivo que intenta hacer daño al objeto de su odio” (it-1 517). El ver de forma apropiada a los enemigos de Jehová nos ayudará a aplicar fácilmente el consejo de bíblico de “amar al prójimo como a uno mismo” y ‘amar a nuestros enemigos’ pero al mismo tiempo compartir las palabras del Salmo 139:21, 22 que dice: ¿No odio yo a los que te odian intensamente, oh Jehová, y no me dan asco los que se sublevan contra ti? De veras los odio con un odio completo. Han llegado a ser para mí verdaderos enemigos” (Mateo 5:44; Marcos 12:33).

miércoles, 3 de marzo de 2010

¿ES, REALMENTE, PELIGROSA LA APOSTASÍA?

“Por [su] boca el que es apóstata arruina a su semejante”
— Proverbios 11:9 —


En el pasado hemos tratado en parte este tema, pero es posible que haya quién se pregunte qué es la apostasía y quiénes exactamente son apóstatas. ¿Son personas inicuas? ¿Son peligrosos? ¿Se ‘sientan en la mesa de los demonios’? Hablaremos de nuevo sobre este tema.

Como ya hemos aclarado anteriormente —y todos los testigos deberíamos saberlo— los apóstatas son las personas que se rebelan contra la verdad. La palabra griega αποστασια (apostasía) significa literalmente “apartarse de”. Al respecto el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento de W.E. Vine dice: “la apostasía significa el abandono y rechazo de la fe”. Ese es el sentido que los testigos de Jehová damos a la palabra “apostasía”. Así que un apóstata es un individuo que abandona nuestra fe mediante acciones o palabras. Por supuesto que el término “apóstata” no es denigrante en ningún sentido, si no que es el término más apropiado para identificar a estas personas. Lamentablemente la mayoría de apóstatas no abandonan la verdad en silencio si no que atacan a sus antiguos hermanos y difunden —en muchos casos— hechos fuera de contexto y peor aún, verdades a medias o descaradas mentiras a fin de apartar de la fe a los miembros fieles de la congregación (Lea Mateo 24:48-51). Aclarado quiénes son los apóstatas respondamos a la primera pregunta planteada en el primer párrafo: ¿Son personas inicuas?

El Diccionario de la Real Academia de Lengua Española define el término “inicuo” como “Malvado, injusto”. Ahora bien ¿son personas malvadas los apóstatas? En la mayoría de los casos no, al menos como personas. Una persona puede ser buena sin ser testigo de Jehová, así como un apóstata puede ser honrado, gentil, bondadoso y pacífico. Sin embargo, esto no indica que no son personas peligrosas, ¿en qué sentido? Respondamos a la segunda pregunta del primer párrafo ¿Son peligrosos?

Para responder a esta pregunta recordemos al primer apóstata: Satanás el Diablo. Nadie diría que Jehová Dios estaba equivocado, aún así Satanás abandonó la verdad por conveniencia propia, ¿la razón? Jesús dijo: “No permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él” (Juan 8:44). Satanás no se quedó contento con abandonar él solo la organización de Jehová, seguramente influyó para que otros ángeles que habían sido fieles se rebelaran contra su creador y abandonaran su organización celestial (Judas 6). ¿Cuál será el futuro de este rebelde y de aquellos que se dejaron influenciar por él? El apóstol Pedro dijo: “Ciertamente si Dios no se contuvo de castigar a los ángeles que pecaron, sino que, al echarlos en el Tártaro, los entregó a hoyos de densa oscuridad para que fueran reservados para juicio” (2 Pedro 2:4). Ahora ellos están esperando la ejecución de ese juicio condenatorio, por lo cual están furiosos pues al final significará su destrucción eterna (Revelación 12:12; 20:10). ¿Les espera menos a los apóstatas modernos? ¿Quiere usted tener ese final tan fatal? Como es obvio que no, ¡nunca se deje influenciar por la apostasía! Ni siquiera lea o vea información de ellos por curiosidad ¿Por qué no? Un dicho popular dice: “La curiosidad mató al gato”, y en muchos casos resulta ser cierto eso. La información apóstata no solo socava la fe en la organización terrestre de Jehová, en vez de edificar una fe fuerte en Jehová, sus promesas y su palabra más bien la destruye; no lo acerca a Jehová, más bien lo aleja de él. Es lógico que ellos no le darán a usted información que les salve la vida, porque al igual que Satanás y sus demonios, espiritualmente están en “hoyos de densa oscuridad” y como dijo Jesús: “Un ciego no puede guiar a un ciego, ¿verdad? Ambos caerán en un hoyo, ¿no es cierto?” (Lucas 6:39). Si cerramos los ojos a los peligros de la apostasía y dejamos que la curiosidad nos lleve a ella, ¿no estamos haciéndonos “ciegos” a propósito? Y si estamos ciegos, ¿cómo podrían guiarnos otras personas ciegas a un lugar apropiado? ¿Acaso no nos harían caer en un ‘hoyo de densa oscuridad’ espiritual? ¿Acaso queremos alimentarnos de la “comida” que ellos sirven, en vez de sentarnos en “la mesa de Jehová” en donde abunda el alimento espiritual de calidad? (Isaías 25:6-8). Eso nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Se ‘se sientan a comer ellos en la mesa de los demonios’?

“No pueden estar participando de ‘la mesa de Jehová’ y de la mesa de demonios” dijo el apóstol Pablo (1 Corintios 10:21). Eso nos recuerda algo: No podemos alimentarnos de ambas mesas, pero si no nos alimentamos de una, obligatoriamente nos estamos alimentando de la otra. ¿De qué mesa se alimentan los apóstatas? Para saberlos veamos qué dice la Biblia sobre ellos. Hablando del anticristo (o, mejor dicho, los anticristos) el apóstol Juan dijo: “Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros” (1 Juan 2:18, 19). Así que ellos en un tiempo se alimentaron de la mesa de Jehová, pero como ‘no son de nuestra clase’ ahora ya no se alimentan de la mesa de Jehová, y al no hacerlo, obligatoriamente comen de la mesa de los demonios, ellos son su fuente de alimento espiritual. Eso se confirma con las palabras de Jesús: “El que no está de mi parte, contra mí está” (Lucas 11:23). Así que quien ya no está del lado de Jehová, su hijo y su organización, está contra él y por lo tanto, está del lado de Satanás. Ellos llegan a ser hijos de Satanás y enemigos de Jehová (Compare con Juan 8:44a y lea 1 Juan 3:10).

Así que “alimentarnos”, es decir, leer y ver la información difundida por los apóstatas equivale a sentarnos a comer en la mesa de los demonios. ¡Qué acción tan asquerosa! Si queremos agradar a Jehová ¿por qué mezclaros con sus peores enemigos? ¡Nunca abandonemos la fe que hemos adquirido! Al igual que los millones de ángeles que permanecieron fieles a Jehová, odiemos lo que es malo y rechacemos con firmeza y convicción el alimento Satánico que se difunde por todos los medios posibles.

Para más información sobre el tema lea la entrada “¡Cuidado con los apóstatas!”.

La siguiente semana trataremos el tema “¿Debemos odiar a los apóstatas?”, basado en Salmo 139:21, 22.