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domingo, 14 de septiembre de 2014

Sobre la revisión de las condiciones de uso de JW.ORG

Recientemente entró en vigor una revisión de los términos y condiciones de uso del sitio jw.org. Esto ha generado considerable duda para aquellos hermanos que conocen poco o nada de asuntos legales; particularmente sobre leyes de derechos de autor (Copyright).

¿QUÉ IMPLICA DICHA RESTRICCIÓN?
Empecemos diciendo que la actualización de los términos y condiciones no tienen nada realmente nuevo; simplemente hace más específico el uso correcto o incorrecto del contenido del sitio de internet. Lo que ha considerado controversia es la cláusula que dice:

“Está prohibido: Publicar contenido de este sitio en cualquier otro sitio de Internet (ni tampoco en redes sociales ni en páginas para compartir archivos).”

Algunos hermanos llegan al extremo de pensar que no debemos ni siquiera poner enlaces (hipervículos o links) en una red social que lleve al sitio de internet. Esta cláusula NO SE REFIERE A ESO.
Las leyes sobre Copyright (derechos de copia) protegen al autor de plagio de contenido; esto es, que alguien publique algo como si fuese propiedad suya, pero en realidad, es propiedad intelectual de otra persona.

Poniéndolo sencillo: Que una persona (testigo de Jehová o no) publique en su blog un artículo, y haga creer a otros que él lo escribió, pero en realidad solo copió y pegó un artículo publicado en jw.org. Esto aplicaría en las redes sociales, a que alguien haga eso en una “Nota” en Facebook, o publique imágenes tomadas del sitio de internet y no aclare que no son propiedad suya. Esto estaría violando las leyes de derechos de autor; leyes que los usuarios de, no solo jw.org, sino de cualquier otro contenido privado, debemos respetar (eso aplica a Watchtower Library y toda otra publicación física como libros, revistas, DVD y CD publicados por la organización, y hasta artistas comerciales como cantantes, escritores, etc.)

En resumen: Si alguien desea poner un vínculo hacia un artículo de jw.org, puede hacerlo. No está violando ninguna ley de derechos de autor al hacerlo. Si alguien copia porciones pequeñas de texto de esta página, y las pega en un comentario en alguna red social (por ejemplo), y pone la fuente de donde se tomó, tampoco está violando dicha ley.

CUMPLIENDO LA LEY, SIN SER LEGALISTA
La Organización impone estas restricciones, no porque quiera restringir nuestros derechos, sino porque ella misma debe atenerse a las leyes del César mientras cumple su labor evangelizadora (Mateo 22:21). Nosotros, como cristianos, también debemos cumplir con las leyes impuestas por los gobiernos humanos, lo que implica respetar las leyes de derechos de autor (Romanos 13:1-2).

Sin embargo, jamás olvidemos la diferencia entre la honestidad y el legalismo. Son dos cosas muy distintas. Hay hermanos que llegan al extremo de criticar y regañar a otros por cosas tan simples como publicar en Facebook o Twitter un enlace que lleva a un artículo de la página de la Organización, en una interpretación errónea de los Términos de Uso de la página. Al usar esta página y procurar cumplir las leyes, jamás olvidemos lo que dijo el discípulo Santiago: “Sigan hablando de tal modo y sigan haciendo de tal modo como lo hacen los que van a ser juzgados por la ley de un pueblo libre. Porque al que no practica misericordia se le hará [su] juicio sin misericordia. La misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio” (Santiago 2:12, 13). No tenemos derecho de estar juzgando a los hermanos, ni regañándolos ni criticándolos, especialmente cuando es nuestra limitación de conocimiento en cuestiones jurídicas y legales las que han hecho que interpretemos de forma errónea un acuerdo legal. Nunca olvidemos las palabras de Cristo: “Sin embargo, si hubieran entendido qué significa esto: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’, no habrían condenado a los inculpables” (Mateo 12:7).

Que todos sigamos mostrando amor, tolerancia y honestidad al usar debidamente las provisiones que Jehová nos da para llevar a cabo nuestro ministerio.

miércoles, 24 de julio de 2013

La apostasía y sus frutos

“Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros. Pero [salieron], para que se mostrara a las claras que no todos son de nuestra clase” – 1 Juan 2:19

Las advertencias sobre la apostasía son repetidas, pero, ¿por qué tanto peligro? ¿Acaso nuestra fe no es lo suficientemente grande como para soportar cualquier duda? El asunto no es cuán grande es nuestra fe, sino a dónde puede llevarnos, y es por eso que debemos preocuparnos por este tema. ¿Quiénes son los apóstatas? ¿Por qué deberíamos cuidarnos para no caer en la trampa de la apostasía?

Recordemos brevemente qué es apostasía. El término griego del que se toma esa palabra significa simplemente “disensión; rebelión religiosa.” De modo que el término es apropiadamente aplicable a todo aquel que se rebela contra su religión. Por ejemplo, si alguien dejó el catolicismo y ahora se vuelve contra la Iglesia, está apostatando contra la que fue su religión. Cuando nosotros hablamos de “apóstatas”, hablamos obviamente de personas que han abandonado la congregación cristiana de los testigos de Jehová, y es de esas personas que hablaremos en este post. En realidad, no de ellos como personas, sino de los frutos que ha producido la acción de apostatar en sí misma.

Hemos de estar al tanto, también, que no todos los que abandonan la congregación cristiana llenan el cuadro de “apóstata”. Al respecto, una nota de La Atalaya del 15 de julio de 2011 dice: “Los apóstatas son las personas que desertan de la religión verdadera, abandonándola con rebeldía y renegando de ella.” Hay personas que han abandonado la congregación por diversos motivos, y quizás se encuentre débiles espiritualmente, pero esto no las hace “apóstatas”, pues no están mostrando rebeldía. Incluso hay quienes se apartan silenciosamente de la congregación, y no promueven ideas contrarias a las Escrituras. Estas personas tampoco entran en el calificativo de “apóstatas.” ¿Quiénes, entonces, son realmente apóstatas?

Podríamos resumirlo citando al apóstol Juan, quien dijo: “Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo.” (2 Juan 10). Cuando una persona se aparta de las enseñanzas de Cristo y promueve dichas enseñanzas contrarias a las Escrituras, ésta es un apóstata.

¿Qué frutos ha producido la apostasía? Muchos que han abandonado la congregación sienten libertad; libertad que no tenían en la congregación cristiana. Por ejemplo, algunos de ellos ahora sienten libertad de usar sangre o celebrar fiestas con trasfondo pagano, como los cumpleaños y la navidad. La Biblia, sin embargo, es clara en asuntos como estos cuando dice sin rodeos: “Porque al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias: que sigan absteniéndose de […] sangre.” (Hechos 15:28, 29). También se insta: “¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? […] ‘Por lo tanto, sálganse de entre ellos, y sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda’” (2 Corintios 6:16, 17).

Muchos otros incluso dejan de creer en la Biblia como Palabra Inspirada de Dios. Esto es aún mucho más grave. Pero la mayoría dicen seguir creyendo en la Biblia; sin embargo, muchos han fallado en asuntos muy fundamentales.

Jesús ordenó: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones” (Mateo 28:19). Sin embargo, estas personas se niegan a seguir el mandato de “vayan”, y dejan de buscar a las personas para predicar, y si acaso hablan de las Escrituras con alguien, esperan que las personas los busquen. El mandato de Cristo ir y predicar es, evidentemente, algo que cada cristiano debe hacer (Compare con Hechos 8: 1, 4 y Juan 4:14). De modo que, ¿los ha llevado a ser mejores cristianos? ¿Cumplen el mandato de acoger las enseñanzas de Cristo, y ellos mismos ser una fuente de la verdad bíblica que imparte conocimiento a otros? ¿Imitan a los cristianos del siglo primero que, a pesar de la persecución, iban predicando a cualquier lugar a donde iban? Los hechos hablan por sí mismos.

Muchos otros que han abandonado la congregación han expresado tajantemente que han dejado de creer que realmente vivimos en los últimos días. Sabemos que a lo largo de los años hemos tenido ideas equivocadas sobre el asunto del fin del sistema de cosas y las fechas. Hemos llegado a comprender que esto se ha debido a que no acatamos el consejo de Cristo dado a los apóstoles (cuando ellos mismos tenían expectativas equivocadas sobre cuándo se restauraría el Reino): “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción” (Hechos 1:7). Al igual que algunos discípulos de tiempos bíblicos, hemos aprendido a costa de bochornos lo importante que es dejarse guiar por Cristo y no por nuestras propias ideas; pero parece que hemos aprendido la lección y seguimos estando alerta.

Desde el siglo I, los discípulos cristianos han estado alerta de la presencia de Cristo y los eventos que conducirían al fin del sistema de cosas. El mismo último capítulo de la Biblia pone énfasis en esta promesa de Cristo: “El que da testimonio de estas cosas dice: ‘Sí; vengo pronto’. ‘¡Amén! Ven, Señor Jesús.’” (Revelación 22:20) La venida de Cristo es un evento de suma importancia para los cristianos, y estamos obligados a obedecer las palabras de Cristo: “Por lo tanto, manténganse alerta, porque no saben cuándo viene el amo de la casa, si tarde en el día o a medianoche o al canto del gallo o muy de mañana; para que, cuando él llegue de súbito, no los halle durmiendo. Pero lo que les digo a ustedes, a todos lo digo: Manténganse alerta” (Marcos 13:35-37). En realidad, más que preocuparnos por cuándo viene el fin, tenemos la obligación de estar alerta pase lo que pase. No importa si el fin viene mañana, la próxima semana, en diez años o en cincuenta años; lo que cuenta es obedecer el mandato de Cristo: “Manténganse alerta.” Sin embargo, ¿se mantienen alerta los apóstatas en general? Por el contrario, la mayoría de ellos encaja, más bien, con la descripción que dio el apóstol Pedro de las personas que vivirían durante los últimos días, al decir: “Porque ustedes saben esto primero, que en los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron [en la muerte], todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación’” (2 Pedro 3:3, 4). Entonces, preguntamos de nuevo, ¿los ha hecho mejores cristianos el dejar la congregación? ¿Qué muestran los hechos?

Cuando Jesús contrastó la actitud del esclavo fiel y discreto, quien se mantendría alerta hasta su venida, también dijo que podría suceder que un esclavo de Cristo dejara de estar alerta, pues dijo: “Mas si alguna vez aquel esclavo malo dijera en su corazón: ‘Mi amo se tarda’, y comenzara a golpear a sus coesclavos, y comiera y bebiera con los borrachos inveterados, vendrá el amo de aquel esclavo en un día que no espera y a una hora que no sabe, y lo castigará con la mayor severidad y le asignará su parte con los hipócritas. Allí es donde será [su] llanto y el crujir de [sus] dientes’” (Mateo 24:48-51). ¿No encaja a la perfección esa descripción con la actitud que tienen muchos que han abandonado la congregación? En vez de procurar ayudar, propagan por todas partes puntos negativos de la congregación, pero, ¿por qué no mejor dedican ese tiempo y energía en ayudar a otras personas a conocer a Jehová y Jesucristo? ¿Por qué se dedican tanto a atacar a los que en algún tiempo fueron sus hermanos? Muchos de ellos no solo golpean a sus coesclavos (sus ex hermanos), sino que, tal como dijo Cristo, dejan de estar alerta, pues dicen “mi amo tarda”, y lo que es peor, hay algunos que rechazan la verdad bíblica para llevar vidas disolutas.

Ciertamente, no todos los que se han alejado de la congregación encajan con las descripciones anteriores, pero, ¿le gustaría a usted llegar a ese estado de espiritualidad? ¿No le parece que es mejor seguir las enseñanzas que Cristo nos dio a través de los apóstoles, según se revelan en la Biblia? ¿No cree que es mejor que, sin importar cuándo venga el fin, sigamos alerta, obedeciendo el mandato de Jesús de llevar vidas limpias, de mantenernos alerta y de ir y predicar el Reino por todo el mundo?

Los frutos que la apostasía da son evidentes. Por el contrario, nosotros somos fieles a Jehová y a Cristo, obedeciendo sus mandatos; siempre buscando su guía bajo la constante meditación, la oración y el estudio personal. ¡Jamás permitamos que se nos desvíe de un modo de vivir que agrada a Jehová!

martes, 26 de febrero de 2013

Un excelente ejemplo de humildad. Lecciones de la lectura semanal de la Biblia

“Pero la mujer, atemorizada y temblando, sabiendo lo que le había pasado, vino y cayó delante de él y le dijo toda la verdad.” – Marcos 5:32

¡Cuán difícil es decir “lo siento”! Puesto que todos hemos heredado la imperfección de nuestros primeros padres, actitudes como el orgullo y la arrogancia fácilmente pueden enredarnos, y para muchísimas personas es difícil reconocer que se han equivocado y pedir una disculpa.

En la lectura de esta semana encontramos un excelente ejemplo de honestidad y humildad. Analizaremos el relato de los versículos 25 a 34 del capítulo 5 de Marcos, y veremos qué lecciones extraemos de estos versículos.

¿DEJADEZ?
Hay veces en las que es fácil confundir la humildad con la dejadez. Jesús es nuestro máximo ejemplo de humildad, pues él dijo de sí mismo: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón” (Mateo 11:29). Y aunque, cuando era el momento apropiado, aceptó con humildad la voluntad de su Padre celestial, no siempre tuvo una actitud de indiferencia hacia lo que sucedía a su alrededor.

Según Marcos 5:25-29 había una mujer que padecía flujo de sangre, que había gastado todos sus recursos en médicos, pero no había logrado mejorar. Esta mujer tenía plena fe en que, si tan solo tocaba la prenda de vestir de Jesús sería sanada, y así lo hizo y fue curada de su enfermedad.

La reacción de Jesús nos enseña algo de su carácter como persona. Dicen los vv. 30-32: “Inmediatamente, también, Jesús reconoció en sí mismo que de él había salido poder, y, volviéndose entre la muchedumbre, se puso a decir: “¿Quién tocó mis prendas de vestir exteriores?”. Mas sus discípulos empezaron a decirle: “Ves la muchedumbre que te aprieta, y ¿dices tú: ‘¿Quién me tocó?’?”. Sin embargo, él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto.” Jesús no quiso pasar desapercibida la acción de esta mujer y preguntó quién lo había hecho. En ocasiones anteriores Jesús había podido leer los corazones de las personas, así que lógicamente, él pudo haber sabido milagrosamente quién lo había tocado (Marcos 2:8; compare con Lucas 22:63-65). No podemos saber con exactitud por qué Jesús no decidió simplemente omitir lo sucedido; tal vez sólo quería que la persona demostrara públicamente su fe. Independientemente de cuáles hayan sido los motivos, Jesús preguntó quién lo había hecho. Los discípulos le dieron una respuesta, más no fue satisfactoria, pues el relato dice que “él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto.” ¿Qué nos enseña esto?

Hay veces en las que se dan situaciones, en la familia o la congregación, en que de una u otra forma estamos implicados. ¿Está mal querer averiguar qué está sucediendo? No siempre es así. Jesús preguntó qué había sucedido, aunque él sabía qué había pasado. Igualmente nosotros, hay veces en las que podemos preguntar qué está sucediendo, y esto no debería tomarse a mal, siempre y cuando sea un asunto que de verdad nos afecta. Si no obtenemos una respuesta satisfactoria, ¿es necesariamente malo que indaguemos más en el asunto? Si consideramos que es prudente y necesario hacerlo, Jesús nos demuestra con su ejemplo que no siempre está mal indagar en detalles. Así que ser humildes no siempre es decir “sí” a todo lo que sucede, pues hay veces en las que sí podemos y debemos ahondar en situaciones para saber la verdad. Claro está, debemos tener cuidado de no andar andorreando, chismeando y entrometiéndonos en asuntos que no nos atañen (1 Timoteo 5:13).

HUMILDAD
Podemos extraer otra lección de este corto relato. El discípulo Marcos continúa su relato diciendo: “la mujer, atemorizada y temblando, sabiendo lo que le había pasado, vino y cayó delante de él y le dijo toda la verdad” (v. 33). Centrémonos en la frase “le dijo toda la verdad”, y veamos por qué era difícil para esta mujer hacer esto.

La ley había dicho sobre mujeres como ella: “’En cuanto a una mujer, en caso de que el flujo de su sangre estuviera manando muchos días cuando no fuera el tiempo regular de su impureza menstrual, o en caso de que tuviera flujo que durara más tiempo que su impureza menstrual, todos los días de su flujo inmundo resultarán ser como los días de su impureza menstrual. Ella es inmunda” (Levítico15:25). Dado que esta mujer era ceremonialmente inmunda, ella no debía tocar a otras personas. De hecho, Levítico 15:19 decía sobre la menstruación: “’Y en caso de que una mujer esté teniendo flujo, y su flujo en su carne resulte ser sangre, debe continuar siete días en su impureza menstrual, y cualquiera que la toque será inmundo hasta el atardecer.” ¡Cuánto más esta mujer cuyo flujo de sangre no cesaba! Ahora, si usted es mujer, póngase en el lugar de ella y pregúntese cuán difícil le sería contar su enfermedad. Según el evangelista, Jesús reconoció que esta era una “penosa enfermedad” (v. 34), así que solo el hecho de contarlo seguramente fue muy difícil.

Pero no solo eso. Esta mujer estaba violando claramente la ley. Peor aún, la estaba violando en una época en donde los fariseos habían distorsionado el sentido de la ley y aplicaban de forma dura y exagerada los mandamientos divinos. ¡Imagínese tener que reconocer que había violado la ley delante de todo el pueblo! Pero eso fue lo que hizo ella (Lucas 8:47). Imagínese qué pensaría el pueblo de ella, sus vecinos y conocidos. Quienes la habían tocado ya se habían hecho “inmundos”, y ella estaba consciente de esto. Sin embargo, se tragó su orgullo y la vergüenza y confesó su acción. Estaba muy asustada, pues Marcos dice que se acercó a Jesús “atemorizada y temblando”. A esto debemos añadirle la vergüenza de contar su problema. ¿Qué nos enseña esto?

No siempre es fácil reconocer que nos hemos equivocado, pero, ¿qué hay si de acciones o palabras hemos ofendido a alguien? ¿Sería apropiado que decidiéramos insistir en que tenemos la razón? ¿O qué tal si tratáramos de culpar a otros por lo que ha sucedido a fin de no pasar vergüenza? ¿Qué hay si nuestra reputación o hasta un nombramiento en la congregación estuviera en juego? Esta mujer, cuyo nombre desconocemos, nos da un excelente ejemplo de honestidad y humildad. Nos enseña con su conducta y palabras que, cuando hemos hecho algo, debemos ser lo suficientemente valientes para asumir nuestras responsabilidades, reconocer que hemos errado y pedir perdón, aunque esto acarree temor, vergüenza o hasta habladurías en contra nuestra por parte de otras personas.

COMPASIÓN
Jesús estaba consciente de lo penosa que había sido la enfermedad de esta mujer. Jesús pudo ser legalista y regañarla por haber desobedecido la ley y arriesgado a otras personas a hacerse inmundas, pero no lo hizo. Más bien le dijo: “Hija, tu fe te ha devuelto la salud. Ve en paz, y queda sana de tu penosa enfermedad” (v. 34). Imagínese lo tranquilizadoras que fueron esas palabras tras el bochorno que seguramente ella pasó. No solo había sido sanada milagrosamente, sino que el mismo hijo de Dios decidió pasar por alto el hecho de que ella había desobedecido la ley que su Padre le había dado a Moisés, y que esta ley aún estaba vigente en ese momento.

Tratemos de unir las piezas de lo dicho en los párrafos anteriores en una situación hipotética: Alguien ha hablado mal de usted o le ha ofendido de otra forma. Usted quiere saber qué sucedió, quién lo hizo y por qué lo hizo. Aunque lo mejor es simplemente pasar por alto el mal y usted está consciente de ello, no puede dejar de pensar en la situación, así que recuerda que Jesús en este relato decidió indagar en lo sucedido, y no dejó la situación sin hacer nada, de modo que toma a pecho las palabras de Jesús cuando dijo: “si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas” (Mateo 18:15). Claro está, que usted quiere saber los detalles de la situación, porque usted está implicado. Sería improcedente que actuara de esa forma si el pecado no ha sido contra usted, o es un asunto en lo que realmente no debe meterse.

Ahora bien, imagine que va con su hermano que ha pecado contra usted. Tomemos en cuenta que para casi cualquier persona es difícil reconocer sus errores y pedir disculpas, pero el hermano que lo ha ofendido, con pena, reconoce que sí se ha equivocado y le pide disculpas por lo sucedido. ¿Cuál debería ser la actitud del ofendido? ¿Aprovechará para echarle en cara la situación, hacer sentir mal al ofensor y tal vez, hasta humillarlo por lo que hizo? No es eso lo que Jesús hizo con la mujer. Él pudo haberla reprendido por haber violado la ley mosaica, pero pasó por alto esa acción y vio lo bueno en la mujer: su fe en él. Lo mismo debemos hacer nosotros si alguien que nos ha ofendido nos pide disculpas: no debemos ser duros ni legalistas, sino “humildes de corazón” al igual que Cristo, reconocer que nosotros también hemos ofendido a otros, y ver lo bueno en la persona que se disculpa: su humildad y honestidad.

Por otro lado nos enseña que siempre se espera que si nos hemos equivocado, reconozcamos nuestros errores, y sin importar qué esté en juego, asumamos nuestra responsabilidad, reconozcamos nuestra falla y pidamos disculpas. ¿Verdad que podemos extraer valiosas lecciones de tan pocos versículos?

lunes, 10 de diciembre de 2012

“Protejamos el corazón”. Resumen del programa de la Asamblea de Distrito 2012. Parte 1


“En cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón” (1 Samuel 16:7)


Durante las últimas dos semanas las congregaciones reunidas participaron en una campaña para invitar a todos los interesados a la Asamblea de Distrito de este año. Los asistentes estaban ansiosos por que iniciara el programa. El primer discurso, ¿Por qué debemos proteger el corazón? Preparó el terreno para lo que habría de venir. La razón por la que debemos proteger el corazón la encontramos en Proverbios 4:23: “porque procedentes de él son las fuentes de la vida”. ¿Deberíamos confiar siempre en nuestro corazón? Proverbios 28:26 nos dice al respecto: “El que confía en su propio corazón es estúpido, pero el que anda con sabiduría es el que escapará.” ¿Por qué? Porque “el corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado”, pero Jehová puede escudriñar nuestro corazón y darnos consejos para nuestro propio beneficio (Jeremías 17:9, 10).


El segundo discurso ¿De veras podemos lograr que el corazón sea obediente? Mostró que es necesario que nuestro corazón sea completo para con Jehová, sólo así tendremos su favor (2 Crónicas 16:9). Contamos con cinco ayudas para hacer obediente y completo nuestro corazón: la oración, la lectura y meditación de la Palabra de Dios, la corrección que recibimos por parte de algunos hermanos, la ayuda espiritual que nos brindan los ancianos de congregación y la amistad con nuestros hermanos cristianos.

Luego, la intervención ¿Tenemos una opinión equilibrada de nosotros mismos? basada en Romanos 12:3 nos ayudó a ver lo necesario que es no ser altivos, sino humildes, pero al mismo tiempo tener un grado razonable de autoestima. Con una escenificación quedó claro que cuando ejecutamos una labor excelente en la congregación no es motivo para jactarnos, sino para darle gloria a Jehová. A decir verdad, aunque tenemos habilidades y cualidades, es Jehová el que nos entrena para realizar dichas tareas.

El primer simposio de la asamblea se tituló ¡Cuidado con los graves problemas del corazón! Y analizó cuatro problemas serios: El corazón astuto, que puede llevarnos a cometer pecados serios (Pro. 7:10), o hasta hacer que nos engañemos a nosotros mismos, El “corazón doble”, que es un corazón dividido y que no sirve con plenitud a Jehová, sino que le sirve a madias, El “corazón irresoluto”, que es un corazón que no está dispuesto a trabajar ni a mostrar celo en la labor espiritual que tenemos por delante, y La “falta de corazón”, que está relacionada con la insensatez y falta de sagacidad, y esto a su vez lleva a la muerte (Pro. 7:7; 10:21).

Dejemos que la Palabra de Dios revela las intenciones de nuestro corazón fue el discurso temático. Se mostró que la Palabra de Dios es “viva” porque siempre avanza hacia su cumplimiento, que el uso de esta expresión en Hebreos 4:12 se refiere a las promesas divinas y que únicamente por extensión se refiere a la Biblia. Esta puede “discernir” las intenciones de nuestro corazón y hacer que hagamos cambios en él. Santiago 1:22-25 dice: “Sin embargo, háganse hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándose a sí mismos con razonamiento falso. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, este es semejante al hombre que mira su rostro natural en un espejo. Pues se mira, y allá se va e inmediatamente olvida qué clase de hombre es. Pero el que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad, y persiste en [ella], este, por cuanto se ha hecho, no un oidor olvidadizo, sino un hacedor de la obra, será feliz al hacer[la].” Tal como todos los días nos vemos al espejo, y al notar algo mal en nuestra apariencia física lo cambiamos, así debemos ver con cuidado en la Palabra de Dios. Cada vez que la leamos preguntémonos “¿realmente soy yo la persona que Jehová quiere que sea?” Para eso leamos la Biblia y veamos si somos hacedores de ella y no solamente oidores.

La sesión de la tarde inició con la parte Preguntas acerca del corazón, durante la que se respondieron a preguntas como ¿Ofrece la Biblia una explicación detallada sobre lo que el corazón simbólico es?, ¿Por qué distinguió Jesús el corazón de la mente en Mateo 22:37? ¿Por qué usaron los escritores bíblicos a los “riñones” como símbolo de los sentimientos más profundos, y por qué el Salmo 26:2 distingue al corazón de los riñones? Las respuestas fueron: No, la Biblia no ofrece una definición exacta sobre lo que el corazón es. Debemos entender su uso dependiendo del contexto. Por ejemplo en Filipenses 1:7 se refiere a los sentimientos, mientras que en Deuteronomio 4:39 se le pone en paralelo con la mente. En Mateo 22:37 se refiere al entero ser de uno, pero se le menciona separado de la mente, no para hacer una diferencia, sino para enfatizar que debemos amar a Jehová con todo nuestro ser: con alma, corazón y mente. En tiempos bíblicos los sacerdotes que hacían sacrificios animales podían darse cuenta lo “escondidos” que estaban los riñones. Por eso en la Biblia se les usa como símbolo de nuestros sentimientos más recónditos. En el Salmo 26:2 el corazón se refiere a nuestra personalidad completa, mientras que los riñones a nuestros sentimientos más profundos y escondidos.

Tras la intervención titulada No pongamos a prueba a Dios en nuestro corazón, el auditorio escucho una lectura dramatizada de Mateo 27:32-28:15 y Lucas 24:8-53. Durante la lectura se haría evidente la confusión, el dolor y las dudas que los discípulos sintieron tras la muerte de Cristo. Se respondería a las preguntas ¿A qué dificultades se enfrentaron los discípulos? ¿Cómo los ayudaron Jehová y Jesucristo a afrontar las pruebas? ¿A qué pruebas similares nos enfrentamos nosotros? Y ¿Qué nos da fuerza para seguir dando testimonio?

La serie de discursos Preparemos el corazón para… habló de distintos aspectos de nuestra adoración, abarcando la oración, el estudio, las reuniones, la predicación informal, afrontar la tentación y afrontar la persecución.

El último discurso titulado ¿Demostramos tener “corazón para trabajar”? hizo que pensáramos en el enorme trabajo que los judíos tuvieron que hacer tras su repatriación de Babilonia en el año 537 a.E.C. Las naciones fueron hostiles hacia esta labor, pero con la ayuda de Jehová y la dirección de Nehemías lograron terminar su obra. Al igual que aquellos judíos, nosotros tenemos una enorme labor de construcción, pero esta no es física, sino espiritual. Jesucristo nos encomendó la inmensa labor de predicar hasta la parte más distante de la tierra y hacer discípulos. Al igual que las naciones del tiempo de Nehemías, la gente en general es hostil a nuestro mensaje, pero eso no impide que trabajemos arduamente. También se nos dispensan herramientas necesarias para cumplir con nuestra comisión. El auditorio se emocionó al escuchar la presentación de los dos nuevos folletos Buenas noticias de parte de Dios y ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová hoy día? El primero se puede usar para iniciar cursos bíblicos con las personas, y el segundo se usará con estudiantes con suficiente conocimiento bíblico, pero que aún no han dado pasos para progresar en la congregación.

Así terminó el primer día, que ayudó a entender qué es el corazón simbólico y dio una advertencia de algunos de los problemas que nuestro corazón puede tener. Los asistentes regresaron a sus hogares, con ansias de examinar los nuevos folletos, que tendrían que llevar a la sesión de la mañana el día sábado para aprender a usarlos en el ministerio. En unos días más publicaremos el resumen del programa del día sábado.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Los cristianos y el día de muertos

“Sálganse de entre ellos, y sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda” — 2 Cor. 6:17

Es considerada una tradición ancestral, y según numerosos entendidos, es una festividad originaria de México. Aún en países como Guatemala se celebra el día de muertos (entre los días 1 y 2 de noviembre) y está rodeada de tradiciones, alimentos y ofrendas a los muertos  Los testigos cristianos de Jehová no participamos en esta festividad tampoco, pero, ¿entendemos las razones bíblicas por las cuales no lo hacemos?

Es obvio que la festividad está ligada con honrar a los muertos; algo que por sí solo no es malo. Concordamos todos que es apropiado recordar a nuestros seres queridos que han muerto, aunque sabemos que no lo hacemos un solo día en el año. Esto no es razón suficiente para no celebrar el día de muertos. La tradición va más allá que eso, y se llega al punto de ofrecer alimentos y altares en honor a los difuntos. Esto, por sí solo, hace que sea incorrecto participar en esta festividad. Aunque las personas que participan en esto quieran negarlo, la tradición de ofrecer comida y altares a los difuntos no difiere en nada a las costumbres orientales de adoración a los muertos; en mínima escala, pero es lo mismo.

Además, apoya una de las mentiras más extendidas de la historia: que los muertos poseen un alma inmortal. Sabemos que la idea de que en realidad “no morimos” se originó en Edén, cuando Satanás habló con Eva y le hizo esa afirmación (Génesis 3:4). Conocemos muy bien la enseñanza bíblica de que los muertos “no tienen conciencia de nada en absoluto”, y que “el alma que peque, ella misma morirá” (Eclesiastés 9:5; Ezequiel 18:4). Por lo tanto, participar en estas festividades en honor a los difuntos es sinónimo de apoyo a una creencia falsa. Pero no sólo eso; esta festividad también tiene orígenes paganos.

Al respecto The Encyclopedia Americana dice: “Los celtas tenían fiestas para dos dioses principales... un dios solar y un dios de los muertos (llamado Samhain), la fiesta del cual se celebraba el 1 de noviembre, el comienzo del año nuevo celta. La fiesta de los difuntos fue gradualmente incorporada en el ritual cristiano” (edición de 1977, tomo 13, página 725).

En vista que, al igual que la mayoría de fiestas populares, tiene orígenes paganos y se relacionan con la idolatría, ¿verdad que tenemos suficiente razón para no involucrarnos en esto? El apóstol Pablo dijo: “¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos templo de un Dios vivo; así como dijo Dios: “Yo residiré entre ellos y andaré entre [ellos], y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”. “‘Por lo tanto, sálganse de entre ellos, y sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda’”; “‘y yo los recibiré’”” (2 Corintios 6:16, 17). Pero alguien podría decir que estas son puras tradiciones, y que su origen no tiene nada que ver con nosotros, ya que han perdido su sentido original, pero note que Jehová no sólo nos anima a dejar de participar en prácticas idolátricas, sino que ni siquiera las “toquemos”, por así decirlo. En vista de esto, ¿sería correcto que un cristiano se envolviera en esta festividad de origen pagano, y que originalmente se hacía en honor al dios solar y al dios de los muertos?

Pero existe un dato más, que muchas personas desconocen. El libro The Worship of the Dead, de Colonel J. Garnier, dice: “Las mitologías de todas las naciones antiguas están entretejidas con los sucesos del Diluvio [...] Además, todos celebran esta fiesta más o menos el mismísimo día en que, de acuerdo con el relato mosaico, tuvo lugar el Diluvio, a saber, el decimoséptimo día del segundo mes... el mes que casi corresponde con nuestro noviembre”. Así que, aparte de tener orígenes paganos e idolátricos, esta fiesta conmemora a los inicuos que Jehová destruyó en el Diluvio del tiempo de Noé hace 4381 años. ¿Qué opina Jehová de esas personas? ¿Deberíamos conmemorar su muerte? Es cierto que ni Jehová ni nosotros nos deleitamos por la muerte de las personas inicuas (Ezequiel 18:23), pero él sí es claro cuando llamó a esas personas “gente impía”.

Es del todo cierto que estos orígenes de las festividades generalmente no se toman en cuenta en la actualidad, y la mayoría de personas desean únicamente recordar a sus propios difuntos, sin pensar en dioses paganos o en “gente impía” que fue destruida por Dios. Sin embargo, ¿deberíamos adornar las tumbas de nuestros muertos precisamente este día? ¿No sería “tocar la cosa inmunda”, que, aunque ya no tiene el mismo sentido que hace siglos, sigue siendo de origen pagano e idolátrico? Aparte de todo, ¿no sería sinónimo de que, indirectamente, apoyamos la creencia falsa de que los muertos en realidad no están muertos, sino que su alma permanece viva? ¿No sería mejor recordar las cosas buenas de nuestros seres queridos que han muerto hicieron y sus alegrías a lo largo de todo al año, sin atenernos a ninguna fecha específica, especialmente cuando tiene orígenes que no agradan a Dios?

En vista de los hechos expuestos, los cristianos nos negamos a participar en tradiciones que contravienen directamente con las enseñanzas de la Palabra de Dios, y usando el ejemplo que encontramos en el libro Qué enseña realmente la Biblia, tal como no recogeríamos un caramelo tirado en un charco de lodo para lavarlo y luego comerlo, nos negamos rotundamente a participar en festividades que, aunque han sido “lavadas”, su origen es “inmundo” a los ojos Dios.

sábado, 23 de junio de 2012

Testigos de Jehová apelarán al veredicto del jurado en el caso de California.

NUEVA YORK — Los Testigos de Jehová apelarán la decisión de un jurado de California en un caso que envuelve presuntos actos de abuso de menores.


El jurado dictó el pago de una cifra multimillonaria por daños a una mujer que alega que fue abusada por un miembro de una congregación local de los testigos de Jehová cuando era niña. En el juicio, la demandante alegó que las políticas de la Watchtower Bible and Tract Society contribuyeron al supuesto abuso. “Nosotros respetuosamente estamos en desacuerdo con la decisión del jurado. Esta es la primera vez que una organización es encontrada responsable por los supuestos delitos de un miembro que no mantiene una posición de liderazgo o autoridad,” dijo James McCabe, un abogado que representa a la Watchtower en este caso. “Lamentamos bastante cualquier daño que esta chica haya sufrido. Sin embargo, la organización no es responsable. Ahora acudimos a la Corte de Apelaciones para una revisión de este caso.”


J. R. Brown, un portavoz de la central mundial de los testigos de Jehová, comentó: “El hecho de que los testigos de Jehová aborrecen el abuso de menores, y se esfuerzan por proteger a los niños de tales actos, es bastante conocido. Los miembros individuales de una organización deben ser, en último caso, los responsables por sus propias acciones, particularmente cuando son tan flagrantes contra las normas morales y principios de una organización y sociedad.”


Traducción del comunicado oficial. La versión original en inglés puede leerla en http://www.jw-media.org/usa/20120620.htm

domingo, 6 de mayo de 2012

¡El curso musical está de vuelta!

"Cántenle una canción nueva; esmérense en tocar las cuerdas junto con gozoso gritar." - Salmo 33:3



Han pasado tres años desde que empezamos a usar el cancionero "Cantemos a Jehová", y muchos de nosotros aún hablamos de él como "el cancionero nuevo". La organización usó por 25 años el libro Canten Alabanzas a Jehová, y aunque han pasado 3 años desde el cambio, algunos hermanos aún están en el proceso de aprendizaje de letras y melodías nuevas.


A fin de ayudar a todos los hermanos que no tienen conocimientos musicales en 2010 publicamos en este blog un curso musical explicando en detalle los aspectos melódicos de nuestro cancionero. Lo remitimos a ese post antiguo (con el link actualizado) para que analice los detalles del curso (clic aquí para ver el post).


Ahora alojamos nuestro curso (en su versión sin extras) en Mediafire. Les recordamos que el curso fue creado por el administrador de este blog, así que no viola ninguna ley de derechos de autor.


Al mismo tiempo aprovechamos para recordarle que puede publicar este curso musical en su página, y dárselo a otros hermanos con la condición de dejar intacta la página de Copyright del curso. Sin más que decir, ponemos el link para descarga, esperando que Jehová bendiga sus esfuerzos por aprender cómo mejorar nuestras alabanzas a él.


http://www.mediafire.com/?uqas801bq13dhvq

martes, 1 de mayo de 2012

¿Por qué el mundo nos odia?

“Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo” - Juan 17:19

Como usuario de internet se da cuenta que no es raro encontrar mentiras descaradas, medias verdades, burlas, insultos o chistes de mal gusto sobre nosotros, los testigos de Jehová, y como humano con sentimientos es obvio que le causa molestia, pero, ¿sabe por qué somos objeto de tales actitudes y cómo debemos reaccionar ante ellas? Existen tres razones básicas por las cuales somos odiados y las veremos en esta entrada.

1) No somos parte del mundo: Esta, quizás, sea la principal razón. Jesús dijo con claridad: “Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia” (Juan 17:19, 20). No nos extraña, en realidad no somos como la gente del mundo; somos muy diferentes a ellas, y sabemos que la actitud de la mayor parte de personas es cerrarse a lo que es diferente a ellas. Los cristianos estamos dispuestos a ir contra la corriente. Seguimos el consejo del apóstol Pablo de ‘cesar de amoldarnos a este sistema de cosas’ y defendemos con tenacidad elevadas normas morales y de conducta (Romanos 12:2). En vista de eso, ¿le extraña ser objeto de burlas por parte de muchos no cristianos?

2) Satanás influye en la actitud mental de muchos: El apóstol Pablo habló del “espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia” (Efesios 2:2). Sabemos que ese espíritu es la actitud general que domina a la mayor parte de personas de este mundo, ¿y de dónde proviene ese espíritu? En ese mismo versículo la Biblia habla del “gobernante de la autoridad del aire”, ese aire es lo mismo que el “espíritu del mundo”, y es obvio que ese gobernante es Satanás el Diablo. Jesús lo llamó el “gobernante de este mundo” y el apóstol Pablo dijo bajo inspiración: “tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales” (Efesios 6:11, 12). De modo que valiéndose de su influencia en las personas Satanás se vale para atacarnos. Recuerde que la palabra griega usada en este texto para “lucha” (πάλη, pále) significa literalmente “lucha cuerpo a cuerpo”, así que Satanás usa cualquier medio para desanimarnos.

3) Por nuestro mensaje: Refiriéndose a la costumbre romana de hacer procesiones triunfales en donde llevaban como esclavos a los vencidos en batalla el apóstol Pablo dijo: “¡Mas gracias a Dios que siempre nos conduce en una procesión triunfal en compañía con el Cristo y hace que el olor del conocimiento de él sea perceptible en todo lugar por medio de nosotros!” (2 Cor. 2:14). En esas procesiones se solía quemar especias perfumadas. Ese aroma es comparado al mensaje de Cristo que los cristianos predicamos. Pero luego el apóstol pasa a decir: “Porque somos para Dios un olor grato de Cristo entre los que están siendo salvados” (v. 15). En las procesiones triunfales del mundo romano los perfumes que llenaban las calles eran un olor que era grato; un olor que anunciaba victoria. De la misma forma, nuestra predicación es un olor grato para Jehová y para las personas que están dispuestas para vida eterna. Estas son aquellas que aceptan el mensaje bíblico con disposición de ánimo, “los que están siendo salvados” y que obtendrán la vida eterna pues el versículo 16 dice de estas personas que es “un olor que proviene de vida para vida” (Hechos 13:48). Pero el versículo continúa: “y entre los que están pereciendo; a estos un olor que proviene de muerte para muerte” ¿Qué significan esas palabras? En la procesión romana llevaban a los prisioneros de guerra. Puesto que habían sido vencidos el aroma de las especias perfumadas sólo eran un aroma de humillación y muerte; algo desagradable. Pues, lo mismo sucede con quienes rechazan el mensaje bíblico. Para ellos los testigos somos apestosos, molestos, debido a nuestro mensaje, somos “uno olor que proviene de muerte”, y, ¿cuál será el resultado? La Biblia responde: “muerte”. Es decir, para los ‘que están pereciendo’ olemos detestablemente.

Todo esto no nos extraña. Recordemos que por ser cristianos estaremos siempre en el ojo del huracán. Muchas personas no se fijan en el hecho de que la gran mayoría de testigos somos honrados, sociables, educados, cultos, excelentes ciudadanos. No, ellos sólo se fijan en lo que para ellos está mal. Bien dijo la Biblia sobre los apóstoles de Cristo: “porque hemos llegado a ser un espectáculo teatral al mundo, tanto a ángeles como a hombres” (1 Corintios 4:9). El hecho de que no seamos apóstoles de Cristo no es impedimento para ser el centro de atención. ¡Seguimos siendo odiados por aquellos ‘que están pereciendo’!

Pero eso no hace de nosotros personas amargadas o desdichadas. Jesús dijo: “Felices son ustedes cuando los vituperen y los persigan y mentirosamente digan toda suerte de cosa inicua contra ustedes por mi causa” (Mateo 5:11). En realidad, sería preocupante si tuviéramos la aprobación de todo el mundo. Recuerde que Jesús dijo que el mundo nos odia por no ser parte del mundo, así que si el mundo no nos odiara querría decir que somos parte del mundo, y las Escrituras dicen con claridad: “¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios” (Santiago 4:4).

Entonces, ¿cómo deberíamos reaccionar ante ataques, burlas e insultos? Es obvio que como humanos no somos inmunes a los sentimientos, pero recordar que esto es un indicio de que tenemos la aprobación divina hará que nos sintamos felices por ser vituperados por causa del nombre de Cristo. Además, recordar el ejemplo de Jesús mismo nos dará la respuesta sobre cómo actuar ante la apatía: “Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia” (1 Pedro 2:22). Y justo antes de decir esas palabras el apóstol Pedro señaló que Cristo dejó ese dechado para que siguiéramos “sus pasos con sumo cuidado y atención” (v. 21). De hecho, ese es el verdadero significado de la palabra “cristiano”: seguir los pasos de Cristo. Y ante situaciones en que se pone a prueba nuestro aguante y autodominio demostraremos que de verdad seguimos a Jesús, que de verdad amamos a nuestro prójimo y de que estamos conscientes del privilegio que tenemos de ser representantes del Dios Altísimo aquí en la tierra.

Así que no nos desanimemos por las burlas y la apatía, ‘grande es nuestro galardón’ si aguantamos todas estas pruebas. Apreciemos, por lo tanto, el privilegio que tenemos de ser odiados por causa del nombre de Cristo y no nos detengamos en nuestra importante labor de seguir santificando el nombre de Dios mediante nuestra predicación y nuestra conducta.