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martes, 2 de noviembre de 2010

¿RECIBIRÁ SU JUSTA PAGA? Parte III

“Sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia”
—Rev.18:5—

TIEMPO APROXIMADO DE LECTURA: 4 MINUTOS

Aunque el Papa Juan Pablo II ya ha pedido perdón por los pecados de la Iglesia, lo que incluye también las crueldades cometidas por la Inquisición, el daño ya ha sido hecho y no podrá nunca ser reparado.

¿Se ha visto afectada la Iglesia por sus acciones pasadas? Indudablemente sí. Es cierto que aún podría llamarse “La Poderosa Iglesia Católica Romana”, pues ejerce dominio sobre millones de personas, países y gobernantes. De hecho, su influencia aún se deja sentir en algunas decisiones tomadas por gobiernos poderosos. Sin embargo, su poder ya no es el mismo y nunca lo será. Si la Iglesia instituyera otra vez a la Inquisición, ¿tendría efecto real en el mundo? Claro que no, de hecho, hace unos siglos se trató de instituir de nuevo la Inquisición, pero el mundo ya había cambiado y la Iglesia había perdido su poder.

Estas acciones pasadas no solo han repercutido en la pérdida de fe en la iglesia, sino que también han acarreado deshonra al nombre de Dios, uno de los pecados más graves, y por el cuál deberá pagar con creces.

Debido a las injusticias de la Iglesia, así como de muchas otras religiones de la Cristiandad, hoy día muchas personas niegan la existencia de un creador amoroso. No solo por el hecho de que una Iglesia que dice representar a Dios cometa injusticias, sino porque sus injusticias las comete en nombre de Dios y de Cristo.

La Inquisición trató de suprimir a personas sinceras que tenían sed de la verdad bíblica, muchas de las cuales se atrevieron a criticar las enseñanzas anti bíblicas de la Iglesia. Se cumplió a cabalidad la profecía que decía: “La mujer estaba borracha con la sangre de los santos y con la sangre de los testigos de Jesús” (Revelación 17:6). No por gusto se pinta a la religión falsa como una prostituta repugnante, una enemiga de Jehová, Jesucristo, la Biblia y los cristianos verdaderos. Sin embargo, sus pecados no pasarían inadvertidos. Un ángel dice: “Sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia” (Revelación 18:5).

La Biblia también profetizó la disminución del poder de la religión: “Y el sexto [ángel] derramó su tazón sobre el gran río Éufrates, y su agua se secó, para que se preparara el camino para los reyes procedentes del nacimiento del sol” (Revelación 16:12). Recuerde que la antigua Babilonia estaba protegida por el río Éufrates, y que, cuando Ciro el Persa conquistó la ciudad en el año 539 a.E.C. desvió las aguas del Éufrates y las “secó”, por así decirlo, para tener libre acceso a la ciudad. La Babilonia antigua cayó en una sola noche ante los medos y los persas. El ángel de Jehová explica que el agua representa las muchedumbres sobre las cuales ejerce dominio la religión falsa (Revelación 17:15). El tazón de la cólera de Jehová ya ha sido derramado, y las aguas se están secando. Cada año que pasa vemos más personas que retiran su apoyo a la religión. Aún cuando millones afirman ser católicos, ¿cuántos, realmente, dejan que la religión afecte en su vida, si no es en una boda, un funeral o una celebración popular? ¿Acaso su vida diaria se ve afectada por la doctrinas católicas sobre la planificación familiar, la homosexualidad, la fornicación y la borrachera? En la mayoría de los casos vemos todo lo contrario. Muchos se declaran abiertamente contra la religión, y los escándalos por abuso sexual por parte de Sacerdotes mueven la conciencia de otros. Poco a poco las aguas se secan, y esto solo es un indicio de que los “reyes del norte”, Jehová y Jesús, vendrán a destruir en una sola hora a esta repugnante ramera.

La Biblia declara sin rodeos la culpabilidad por derramamiento de sangre de la religión, “Sí, en ella se halló la sangre de profetas y de santos y de todos los que han sido degollados en la tierra” (Revelación 18:24). Vea la gravedad del asunto, no se le considera culpable solo de la muerte de fieles profetas y santos, sino que de “todos los que han sido degollados en la tierra”. Sin duda tiene una deuda muy pesada que pagar.

¿Es muy fuerte este mensaje? Podría ser, pero vea la exhortación que nos da la Palabra de Dios: “Páguenle a ella así como ella misma pagó, y háganle a ella el doble, sí, el doble del número de las cosas que ella hizo; en la copa en que ella vació una mezcla, vacíenle a ella el doble de la mezcla” (Revelación 18:6).

Es cierto que no tenemos autoridad para ‘hacerle el doble de cosas que ella hizo’ de forma literal, pero Jehová nos ha concedido la autoridad y el honor de proclamar su próxima destrucción.

Jehová mismo se encargará de ‘pagarle a ella así como ella misma pagó’, cuando las Naciones Unidas y los “diez cuernos”, es decir, el resto de gobernantes del mundo se cansen de su entremetimiento en asuntos políticos, y cual bestias feroces se lancen sobre ella a devorar sus carnes, y finalmente, quemarla por completo con fuego.

Hoy la religión falsa dice: “Estoy sentada [como] reina, y no soy viuda, y nunca veré lamento”, pero Jehová dice: “Por eso, en un solo día vendrán sus plagas: muerte y lamento y hambre, y será quemada por completo con fuego, porque fuerte es Jehová Dios que la juzgó” (Revelación 18:8).

Ese día se aproxima con rapidez, y si usted quiere librarse de esta destrucción siga el consejo que el ángel de Jehová dio: “Sálganse de ella, pueblo mío, si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas” (Revelación 18:4). Es seguro de que usted está cumpliendo este mandato, y se ha dedicado a Jehová y bautizado y se reúne con el pueblo de Dios, pero, ¿realmente ha cortado todo lazo con la religión falsa? ¿Aún participa en festividades como los cumpleaños, o en costumbres basadas en supersticiones demoniacas, como el vestirse de negro para los funerales? Si así es, no dude en romper ya todo lazo con la Gran Ramera. De un momento a otro las calamidades le vendrán, y no querremos sufrir junto con ella. Recuerde, “en un solo día vendrán sus plagas: muerte y lamento y hambre, y será quemada por completo con fuego” (Revelación 18:8). Así que, huyamos de todo contacto con esta repugnante ramera religiosa, pues pronto recibirá su justa paga por todos sus actos de injusticia y maldad.

lunes, 25 de octubre de 2010

¿Recibirán su justa paga? Parte II

“Sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia”
—Rev. 18:5—

TIEMPO APROXIMADO DE LECTURA: 4 MINUTOS

Ya que tenemos claro qué era la Inquisición y por qué llegó a existir. Analicemos ahora qué era lo que hacía. Como vimos en la entrada del 18 de octubre, su propósito era acabar con la “herejía”, y, aunque en un principio no se usó tan extensamente la crueldad, pronto se incorporó la tortura y la ejecución para intimidar a los “herejes”. Tomás de Torquemada fue el primer gran inquisidor en España.

En 1478 la realeza española autorizó al Papa Sixto IV establecer la Inquisición para mantener “pura” a la Iglesia. The Catholic Encyclopedia reconoce que durante esta época se cometieron “injustificadas crueldades”, pero que, a pesar de eso no cumplió su propósito.

En 1483 el Papa nombró a Tomás de Torquemada como Gran Inquisidor de Castilla. Se le conoce por su “inhumana crueldad” y se dice que durante su época 8,800 personas fueron quemadas y 9,654 fueron castigados de diferentes formas (Histoire de l'Inquisition, IV, 252). Sin embargo, se cree que estas cifras son altamente exageradas y que solo unos 2,000 judíos fueron asesinados durante la época de Torquemada. Este ha sido llamado “el martillo de los herejes, la luz de España, el salvador de su país, el honor de su orden” (Chronicon magistrorum generalium Ordinis Prædicatorum, fol. 80-81). ¿Realmente fue “la luz de España”? Algo sumamente irónico es que el mismo Torquemada era de ascendencia judía.

En el año 1557 la Inquisición prohibió oficialmente el uso de la Biblia en las lenguas vernáculas de España y quemó grandes cantidades de Biblias. Aunque este delito en contra de las Santas Escrituras es sobresaliente, las atrocidades cometidas por este tribunal que servía de fiscal y juez a la vez son muy famosas.

Cuando se sospechaba que alguien era hereje se le podía acusar. Las personas acusadas raras veces tenían un abogado, pues cualquier persona que la defendiera se encaraba a la acusación de ayudar a un hereje. Por lo tanto, los acusados se enfrentaban solos a la Inquisición. Se les amenazaba de muerte en un madero o se les recluía en celdas oscuras y húmedas con poco alimento. También se usaban torturas. Tras el juicio, la sentencia se pronunciaba el día domingo en la iglesia o la plaza pública. Las condenas más suaves podrían implicar el llevar una cruz amarilla cosida en la ropa que hacía prácticamente imposible encontrar empleo. También se aplicaba la flagelación pública o se les entregaba a las autoridades para que muriera en la hoguera.

Cuando una persona recibía un castigo severo se vendían todos sus bienes y se repartían entre la Iglesia y el estado. Las casas de los “herejes” eran demolidas. Incluso se juzgaba a “herejes” ya muertos, se exhumaban sus cuerpos y se confiscaban sus propiedades, dejando a sus familiares en situaciones económicas deplorables.

El Papa Inocencio IV ya había aprobado el uso de torturas en el año 1252. Luego los Papas Alejandro IV y Urbano IV permitieron que los inquisidores eclesiásticos estuvieran presentes mientras se administraba la tortura. Se les permitía torturar al acusado solo una vez, aunque los inquisidores buscaban excusas para torturar más veces al “hereje” diciendo que estas eran continuaciones de la primera tortura.

Durante la tortura se usaban crueles y diabólicas armas. Una de ellas era una silla con filosas puntas, en la que se obligaba al acusado a sentarse desnudo. También se usaba algo llamado “garra de gato” que servía para rasgar en tiras la carne.

Después de torturar a los acusados a fin de obtener una “confesión” se le juzgaba. Cuando se declaraba culpable a alguien de herejía la ceremonia pública de ejecución se llevaba a cabo en la plaza pública, a la cual se dirigía a los condenados en una procesión. Esta ceremonia es llamada Auto de Fe. Después de un Sermón y la lectura de las condenas se ejecutaba a los acusados, por lo general, quemándolos en la hoguera. Sin embargo, había algunas excepciones. Si el acusado rechazaba sus doctrinas “heréticas” no era excomulgado ni ejecutado, aunque se aplicaban algunas penas, como la cadena perpetua. Si el acusado no rechazaba sus doctrinas heréticas pero se confesaba con un sacerdote antes de morir podía ser entregado a las autoridades civiles para que fueran estranguladas, ahorcadas o decapitadas y después su cuerpo era quemado. Pero los que insistían en sus creencias eran quemados vivos en la hoguera.

La inquisición finalmente desapareció, y en durante el tiempo en que estuvo inactiva el mundo cambió y la Iglesia Católica Romana fue perdiendo el poder que tenía sobre las masas. Actualmente la llamada Santa Inquisición transmite un sentimiento de injusticia, indignación y temor para las personas informadas. Como ya hemos mencionado, The Catholic Encyclopedia declara que “la inquisición española no merece ni la alabanza ni la condena extrema según las fuentes oficiales”.

El domingo 12 de marzo de 2000 el Papa Juan Pablo II, en un acto litúrgico celebrado en la Basílica de San Pedro pidió perdón por los pecados cometidos por la Iglesia y mencionó la Inquisición.

Han pasado unos siglos desde que la Inquisición desapareció y actualmente la Iglesia Católica no tendría el poder suficiente para establecer con éxito otra institución similar si deseara hacerlo. Aún así, los efectos de la Inquisición se sienten. A medida que pasa el tiempo no se olvidará. Pronto la Iglesia Católica pagará con creces sus acciones. En la siguiente entrada analizaremos con más detalle este asunto.

lunes, 11 de octubre de 2010

¿RECIBIRÁ SU JUSTA PAGA? Parte I

“Sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia”
—Rev.18:5—

TIEMPO APROXIMADO DE LECTURA: 3 MINUTOS

Descrita como una época oscura, marcada por la traición, el temor, la tortura y la humillación. La Inquisición Española ha sido fuente de debate por décadas. La Iglesia Católica afirma que hoy “se tiene dificultad en entender esta institución debido principalmente a que se ha perdido la perspectiva histórica de los hechos”. ¿Qué fue la “Santa” Inquisición? ¿Cómo llegó a existir y por qué? ¿Qué efectos se dejan sentir aún hoy? y ¿Qué repercusiones sufrirá la Iglesia Católica Romana debido a la Inquisición? En una serie de tres entradas responderemos a estas preguntas a la luz de hechos históricos y profecías bíblicas.

La posición bíblica sobre la apostasía: Apostasía denota “deserción, abandono o rebelión” en sentido religioso. En el antiguo Israel se imponía la pena de muerte por este pecado tan serio (Deu. 13:6-11). Sin embargo, el arreglo Cristiano ya no imponía la pena de muerte, sino la expulsión de la congregación, lo que implicaba no dar siquiera un saludo al apóstata (2 Juan 9-11). La Biblia menciona el caso de Himeneo, Alejandro y Fileto, apóstatas que enseñaban que la resurrección ya había empezado, aparentemente decían que esta era de índole espiritual, lo que a las claras contradecía la esperanza bíblica para los muertos (El apóstol dice esto de Himeneo y Fileto, y, aunque no se dice que Alejandro también enseñara esto, sí sabemos que su fe también naufragó). Por esto, el apóstol Pablo “los entregó a Satanás”, es decir, los expulsó de la congregación (Compare 1 Tim. 1:20 con 1 Cor. 5:5; vea también Tito 3:10).

Tras la muerte del último apóstol pudo surgir libremente la gran apostasía y sus puntos de vista sobre la santidad de la vida sería distorsionada.

Preparando el camino para la Inquisición: Aunque hubo personas que estaban de acuerdo en seguir aplicando la pena de muerte a los apóstatas (llamados por la Iglesia “herejes”) hubo otros miembros prominentes que no la apoyaban, como Orígenes y Cipriano de Cartago. Los sucesores de Constantino se autonombraron cabezas de la Iglesia y recibían el título de “Sumo Pontífice” (o Pontífice Máximo) y, dado que el cristianismo nominal se había establecido como Religión Estatal se establecieron algunas leyes contra la herejía, aunque la pena de muerte se aplicaba solo a casos muy específicos. Optuto de Mileve (un “santo” Católico) fue el primer obispo en pronunciarse a favor de la pena de muerte por herejía, y acudió a sucesos del antiguo Israel y la pena de muerte aplicada por Moisés y Fineás. Sin embargo, luego cambió de opinión, aunque sus escritos suelen ser un tanto contradictorios en este asunto. Durante los primeros cinco siglos de la Iglesia, esta estuvo un tanto dividida sobre el asunto de la pena capital por herejía. Sin embargo, las cosas pronto cambiarían. Durante los siguientes ocho siglos se ejecutaron a algunos herejes, aunque estas ejecuciones deben atribuirse a algunos gobernantes o a fanáticos religiosos del populacho y no a alguna autoridad eclesiástica, aunque ya se alzaban algunas voces que concedían poder de ejecutar herejes a la Iglesia.

La “Santa” Inquisición: La Inquisición era un tribunal eclesiástico encargado de procesar los casos de herejía. Llegó a existir en el año 1231 durante el reinado del Papa Gregorio IX y se limitó a Alemania y Aragón. El tribunal estaba a cargo de dos Inquisidores que trabajaban como representantes del Papa y tenían casi su misma potestad. Se sabe que incluso podían excomulgar a príncipes. La autoridad para torturar a los acusados de herejía se estableció hasta el año 1252 por el Papa Inocencio IV.

En 1478 se estableció otra inquisición en España, diferente a la Inquisición Medieval (la tratada en el párrafo anterior), esta es conocida como la Inquisición Española y fue propuesta por el Rey Fernando I y la Reina Isabel I. Este tribunal iba a encargarse de los judíos que se sospechara, se habían convertido al catolicismo por obligación. También se encargó de los Islámicos que se hayan vuelto católicos por presión. Luego, en 1520 se centró en las personas que se sospechara se hubieran dejado influenciar por las enseñanzas protestantes.

Organización de la Inquisición Española: A la cabeza del tribunal se encontraba el Gran Inquisidor que había sido nominado por el Rey y confirmado por el Papa. Luego le seguía un Consejo Supremo de cinco miembros denominado “Inquisidores Apostólicos”, luego dos abogados, dos relatores, un abogado fiscal y varios consultores y calificadores. El primer Gran Inquisidor, y quizás el más prominente, fue Tomás de Torquemada.

La Enciclopedia Católica dice: “La inquisición española no merece ni la alabanza ni la condena extrema según las fuentes oficiales” y reconoce que los Autos de fe eran, en realidad, “malignos”, ¿Qué eran los “Autos de fe”? ¿De qué crueldades se acusa a la Inquisición Española? Ahora que ya tenemos el precedente histórico de este tribunal tan famoso y polémico, trataremos sobre su función y actuación. La siguiente semana trataremos sobre los métodos usados contra los “herejes” y cuál es la posición bíblica al respecto.
 
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