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lunes, 12 de julio de 2010

¿ESTARÁ USTED EN EL NUEVO MUNDO?

“Tenemos los ojos fijos […] en las [cosas] que no se ven”
—2 Corintios 4:18—

TIEMPO APROXIMADO DE LECTURA: 5 MINUTOS


Él tenía muchos años de edad, y llevaba muchísimas décadas sirviendo fielmente a Jehová. Había aguantado una cosa tras otra: la responsabilidad de enfrentarse al Rey del imperio más poderoso del mundo, la hostilidad de la corte real, la hostilidad de su propio pueblo y, finalmente, vagar en un desierto por casi 40 años por culpa de otros ¿ya sabe de quién estamos hablando? Sí, es de Moisés. Moisés es un ejemplo digno de seguir debido al aguante que tuvo. Las pruebas que tuvo que pasar no fueron nada fáciles, pero las aguantó ¿por qué? El apóstol Pablo nos da la respuesta: “estimaba el vituperio del Cristo como riqueza más grande que los tesoros de Egipto; porque miraba atentamente hacia el pago del galardón” (Hebreos 11:26). Moisés tenía una meta que perseguir, sabía que Jehová había prometido a Abrahán que su descendencia heredaría la tierra de Canaán, lo que significaría libertad de la esclavitud para su pueblo. Moisés tenía fe en esa promesa, y por eso atravesó todas las dificultades requeridas a fin de ver realizada la promesa de Jehová (Hebreos 11:27, 28). Qué piensa, ¿fue esa promesa el combustible de los actos de fe de Moisés? La respuesta la dio Moisés mismo, no precisamente con palabras, sino con sus acciones.



Tras décadas de fiel servicio, Moisés cometió el error de no darle la gloria a Jehová por haber sacado agua de una Roca (Números 20:2-12). Moisés nos cuenta el resultado de ese error: “Y me puse a suplicar favor a Jehová en aquel tiempo en particular, y dije: […] Déjame pasar, por favor, y ver la buena tierra que está al otro lado del Jordán, esta buena región montañosa y el Líbano’. Y Jehová continuó estando furioso contra mí por causa de ustedes y no me escuchó; antes bien, me dijo Jehová: ‘¡Basta ya! Nunca me vuelvas a hablar de este asunto’” (Deuteronomio 3:24-27). ¿Cómo reaccionó Moisés? Seguramente se sintió sumamente triste. Imagínese, ¡cómo se hubiera sentido usted si, tras muchas décadas de servicio fiel, se le negara recibir el premio que perseguía! ¡Pero qué ejemplo dio Moisés! Nada en las escrituras indican que perdiera la fe en Jehová o que se rebelara contra él. Tras ese incidente siguió dando a conocer los mandamientos de Jehová a la nación de Israel, escribió el libro de Deuteronomio y el apóstol Pablo lo alista entre la gran nube de testigos fieles en el capítulo 11 de Hebreos. Este incidente hace obvio que, aunque Moisés tenía los ojos fijos en la tierra prometida, y esa era su meta, ese no era lo que lo movía a servir a Jehová. Si esa esperanza hubiera sido el combustible que mantenía vivo ese “motor”, al saber que no lograría entrar en la tierra prometida, se hubiera negado a seguir haciendo la voluntad de Dios. Entonces, ¿qué movía a Moisés a servir fielmente? El apóstol Pablo dice: “continuó constante como si viera a Aquel que es invisible” (Hebreos 11:27). Aunque tenía fe en que Jehová cumpliría su promesa de guiarlos a la tierra prometida, su fe se centraba, no en la promesa en sí, sino en aquel que hizo la promesa, “Aquel que es invisible”. Sí, su fe y su amor por Jehová fueron el combustible que alimentaba el motor que lo movía a actuar. Aunque para él era importante el galardón que le esperaba, era más importante el amor por su Dios, por esa razón “continuó constante como si viera a Aquel que es invisible” aún cuando supo que no entraría a la tierra prometida.



¿Qué hay de usted? ¿Qué hay de mí? ¿Por qué servimos a Jehová? ¿Cuál es el motor que mueve nuestros actos de fe? ¿Es el vernos librados de una enfermedad incurable? ¿Es el volver a ver a un ser querido que murió? ¿Es el deseo de vivir para siempre? ¿Es el deseo de ver la tierra convertida en un paraíso? Si esas son las razones por las cuales servimos a Jehová, piense detenidamente, ¿qué sucedería si supiera que Jehová no curará su enfermedad? ¿Qué sucedería si supiera que ese ser querido que murió no resucitará? ¿Qué pasaría si supiera que, de todas formas, morirá? ¿Seguiría sirviendo fielmente a Jehová si supiera que el paraíso aún está lejos, que faltan muchos años para que venga el fin? Meditar en esas respuestas revelará si estamos preparados para vivir en el nuevo mundo.



Es cierto que el anhelar las bendiciones del nuevo mundo no tiene nada de malo. De hecho el apóstol Pablo dijo que la esperanza es como un yelmo que nos protege. Sin ese “yelmo de la salvación” no podremos resistir los ataques de Satanás, y por lo tanto, tampoco podremos sobrevivir al fin de este mundo. La esperanza nos motiva, nos alienta en momentos difíciles (Efesios 6:13, 17; 1 Tesalonicenses 5:8). Tener la esperanza del nuevo mundo clara en nuestra mente y corazón nos ayudará a soportar pruebas difíciles. Pero esa esperanza nunca deberá convertirse en el motivo principal de nuestro servicio a Dios.



Si esa esperanza se convierte en nuestro único motivo para servir a Jehová, quizás nos decepcionemos al enfrentarnos a algunas situaciones y abandonemos nuestro servicio a Jehová. Podría sucedernos lo que les sucedió a algunos cristianos ungidos de principios del Siglo XX. Recordemos que muchos esperaban el fin del sistema de cosas en octubre de 1914, como no sucedió, algunos abandonaron la fe, demostrando así que la esperanza de alcanzar la salvación era el combustible de sus actos de fe, mientras que otros siguieron adelante sirviendo a Dios, demostrando que, aunque querían alcanzar su recompensa, el amor a Dios y su fe en él era lo más importante, y que no importaba cuándo actuara Jehová, lo que importaba era obedecerle. Tanto los que abandonaron la fe, como los que no, ya murieron, ¿qué diferencia hay? Que hermanos fieles como C. T. Russell, A. H. Macmillan, F. W. Franz y muchos otros ya han alcanzado su recompensa, pues, al permanecer fieles hasta la muerte han sido considerados dignos de recibir su recompensa celestial. Por lo tanto, ahora ellos están en el cielo como futuros sacerdotes y Reyes (Revelación 20:6). Por otra parte, los que repudiaron la fe murieron sin su recompensa y sin una esperanza segura ¿resucitarán en el paraíso terrestre? Solo Jehová lo sabe, aunque la Biblia da pocas esperanzas para las personas que rechazan la fe verdadera. Aún si resucitan en la tierra, se perdieron del maravilloso privilegio de reinar con Jesús y ver a Jehová cara a cara.



Esto resalta la importancia de servir a Jehová por los motivos correctos. Cultivemos amor sincero por Jehová. Conozcámoslo y tratemos de amoldar nuestra vida a sus mandamientos. Cultivemos cualidades que agradan a Jehová y evitemos actitudes que él odia. Hagamos todo eso, no solo por vivir eternamente en el paraíso que él promete. Hagámoslo por amor sincero a él. Si el amor es el motivo de nuestras acciones, no dudemos de que alcanzaremos el premio que él nos promete. Que nuestra resolución sea como la de un hermano que dijo: “Aún si Jehová no me considera digno de vivir en el nuevo mundo, el ser un testigo suyo en este sistema de cosas es lo mejor que pudo haberme pasado”. Por supuesto, nunca dudemos de las promesas de Jehová y tengámoslas claras en nuestra mente y corazón. Recordemos cada día las palabras de Hebreos 6:10: “Porque Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre”.

lunes, 21 de junio de 2010

LA IGNORANCIA Y LA MURMURACIÓN; LA LEALTAD Y LA SUMISIÓN ¿QUÉ MOSTRARÁ USTED?

“Estos [hombres] están hablando injuriosamente de todas las cosas que realmente no conocen”
—Judas 10—

TIEMPO APROXIMADO DE LECTURA: 5 MINUTOS

Tiempo después de la asamblea de distrito “¡Manténganse Alerta!”, que se celebró por todo el mundo durante 2009 y 2010, una hermana exclamó con gozo “¡Desde el primer momento en que escuché los nuevos cánticos, me encantaron!”. Por el contrario, un hermano dijo: “A mí no me gustan los nuevos cánticos. ¿Por qué los cambiaron? Los otros eran mejores”. ¿Por qué esa diferencia de opinión? Bueno, todos tenemos derecho a tener gustos; especialmente en lo que respecta a la música los gustos son muy variados, y es cierto que hay grandes diferencias entre nuestro cancionero Cantemos a Jehová y el anterior, Canten Alabanzas a Jehová. Los nuevos cánticos son más sencillos en el aspecto musical. Algo que notaremos es que en español no hay ningún cántico igual a como estaba en el cancionero anterior, todos tienen diferencias muy grandes en la letra o la música. Respecto a la música, seguro habrá notado que en el cancionero anterior cada estrofa de los cánticos sonaba diferente, sea en la escala en que se tocara el piano o algunas variaciones entre las notas, mientras que en cancionero actual todas las estrofas (excepto en el cántico 1) suenan exactamente iguales (Compare la música del anterior cántico 222 “Fija la vista en el premio”, con la nueva versión, el cántico 24 “Mantén la vista en el premio”). Estas simplificaciones hacen más fácil cantar para los hermanos cuya educación musical no es muy elevada, pero ha provocado que otros hermanos no estén muy conformes.

¿Qué hay de las grabaciones de Cantemos a Jehová, Coro y Orquesta? Mientras que muchos hermanos los ven como una bendición, pues han aprendido algunos de los nuevos cánticos, otros incluso los han comparado con los coros de la Cristiandad y hablan despectivamente de estas grabaciones. ¿Es esto una simple cuestión de gustos o hay algo más serio implicado? Bueno, conocemos el mandato bíblico que dice: “Celebren a Dios con melodía, produzcan melodía” (Salmo 47:6). Recordando que el motivo principal por el cuál nos reunimos es alabar a Jehová, es necesario mencionar que existen tres formas de alabar a Jehová en estas reuniones: Durante las oraciones, los cánticos y los comentarios. Ahora bien, las oraciones han sido siempre el conducto más importante de comunicación con Jehová, pero durante las reuniones participamos solo de forma pasiva en este acto tan solemne. Hablando del privilegio de comentar, este es un acto de alabanza relativamente nuevo en la adoración, mientras que la música ha sido una parte sumamente importante en la adoración a Jehová desde hace milenios. En la antigua organización del templo de Jerusalén había un complejo sistema musical compuesto por coros e instrumentos musicales (2 Crónicas 29:27). El día de la dedicación del templo construido por Salomón un grupo de ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas, más los que tocaban los instrumentos de cuerdas y los címbalos acompañaron con su música a los levitas que eran cantores. El relato nos cuenta que “los cantores estuvieron como uno solo en hacer que se oyera un solo sonido en alabar y dar gracias a Jehová, y tan pronto como elevaron el sonido con las trompetas y con los címbalos y con los instrumentos de canto y con alabar a Jehová […]la casa misma se llenó de una nube, la mismísima casa de Jehová, y los sacerdotes no pudieron permanecer de pie para ministrar a causa de la nube; pues la gloria de Jehová llenó la casa del Dios [verdadero]” (2 Crónicas 5:11-14). Si a usted no le gustan las versiones corales de Cantemos a Jehová, pregúntese ¿Cómo se habrá escuchado este canto de los levitas? Seguramente no sonó muy diferente a las versiones corales de nuestros nuevos cánticos. Ahora medite en la respuesta de Jehová a este canto; El relato nos cuenta de que Jehová mostró su deleite al llenar el templo con una nube…¡A Jehová le gustó ese canto!¿Y qué nos hace pensar que a Jehová no le emocionan nuestros nuevos cánticos? Seguramente nada, de hecho, creemos que él guío al “Esclavo Fiel y discreto” para darnos esa provisión, así que, ¿por qué murmurar o hablar despectivamente de esa provisión? ¿Por qué compararla a la música que utiliza la religión falsa? ¿Acaso el hacer eso no nos compara a los Israelitas necios que despreciaron el Maná? Lamentablemente, los israelitas se rebajaron tanto, que llamaron a esta provisión de Jehová “pan despreciable” (Números 21:5). Pero Jehová seguramente tomó en cuenta esa reacción antes de dar esta provisión, pues Deuteronomio 8:16 nos dice que Jehová alimentó con Maná a Israel para ‘ponerlos a prueba’. ¿Y pasaron la prueba? No, pues renegaron de las provisiones físicas que Jehová les dio. Entonces, ¿pasaremos nosotros la prueba? Sí la pasaremos si no dejamos que una actitud crítica hacia las provisiones espirituales que Jehová nos da haga que despreciemos el alimento espiritual que el “esclavo fiel” nos sirve “al tiempo apropiado”.

Es algo notable el hecho de que muchos hermanos que critican nuestro nuevo cancionero no tienen conocimientos musicales. Si ese es nuestro caso, seguramente nos ayudará recordar lo que dijo el discípulo Judas: “Estos [hombres] están hablando injuriosamente de todas las cosas que realmente no conocen” (Judas 10). ¡No caigamos en ese error!

Por otra parte, muchos hermanos que sí tienen amplios conocimientos musicales, concuerdan en que, si bien los nuevos cánticos son más sencillos, seguramente requirió de mucho talento por parte de los compositores de cánticos complejos como el 61, el 86, el 130 y el 133.

Algo que nos ayudará a apreciar más nuestro nuevo cancionero es estar consientes del gran trabajo que requirió el hacerlo. Tomemos como ejemplo el anterior cántico 192, ahora el 101. La nueva música de ese cántico apareció hace unos 10 años en el video “Toda nuestra asociación de hermanos”, obviamente, ninguno lo notó hasta hace unos meses, cuando recibimos nuestro nuevo cancionero, o cuando descargamos la pista de audio. Esto hace que nos preguntemos ¿cuántos años tomó revisar los 225 cánticos, decidir cuáles se quedarían, hacer los ajustes en las letras, escribir las nuevas letras, hacer los ajustes musicales, componer los nuevos cánticos, traducirlos a todos los idiomas en que está disponible el cancionero, hacer las grabaciones en piano, hacer las grabaciones orquestales, grabar las voces en los muchos idiomas en que se grabó la versión coral, hacer las ediciones técnicas necesarias y hacerlos disponibles para toda la hermandad mundial? Es un trabajo inmenso, ¿y ahora muchos hermanos no aprecian todo ese trabajo? Realmente no se estaría aplicando el consejo que dice: “muéstrense agradecidos” (Colosenses 3:15). El tener una actitud mental humilde es un aspecto clave para aceptar los cambios que la organización de Jehová hace hoy día. Debemos estar consientes de que no somos nosotros los que decidimos cómo adorar a Jehová y agradarle, es él el que pone sus normas y nosotros debemos aceptarlas y practicarlas. Es Jehová el que dirige al Cuerpo Gobernantea tomar las decisiones que toma, y por eso, podemos decir que es él quien decide y dirige todos los cambios que la organización terrestre tiene. ¿Mostraremos humildad y sumisión aceptando y apoyando de buena gana estos cambios? Solo así podremos ir al paso del “carro de Jehová”, y solo mostrando esa actitud mental, en cosas grandes y pequeñas, demostraremos que somos dignos de heredar la nueva tierra, y de seguir perteneciendo al único grupo en mundo que alaba a Jehová como a él le place.

lunes, 22 de marzo de 2010

DESPIDIENDO A UN GRAN AMIGO

“La senda de los justos es como la luz del alba, cuyo esplendor va creciendo hasta el pleno día”
— Proverbios 4:18, Sagrada Biblia por Evaristo Marín Nieto —


Aún hay hermanos que recuerdan con mucho cariño la asamblea de Distrito de 1983-1984 titulada “Unidad del Reino”, y especialmente el discurso “Música que alaba a Jehová”, ¿por qué fue sobresaliente ese discurso? Tras 17 años de la publicación del cancionero en inglés titulado “Cantando y acompañándose con música en el corazón” se anunció la publicación próxima de un nuevo cancionero titulado “Canten Alabanzas a Jehová”, ¿qué diferencias tendría ese cancionero? En primer lugar, en vez de 119 cánticos contendría 225. Las letras se modificaron según se entendieron las verdades bíblicas en los 17 años transcurridos desde 1966 hasta 1983 y se modificaron muchos versos para mejorar el aspecto poético de las canciones.

Han pasado 25 años desde ese emocionante anuncio y todos los que actualmente somos testigos de Jehová alabamos a Jehová usando ese hermoso cancionero. El día viernes 29 de mayo de 2009, durante el primer día de la asamblea de Distrito “¡Manténganse Alerta!” de todo el mundo, muchos hermanos se sorprendieron y se conmovieron al escuchar el anuncio que decía que pronto, a partir de Enero de 2010 alabarían a Jehová con la “ayuda de un nuevo y hermoso cancionero titulado ‘Cantemos a Jehová’”. Las emociones y los sentimientos encontrados que tal sorpresa provocó se vivieron por todo el globo terráqueo al repetirse ese anuncio en las miles de asambleas de Distrito que se celebraron por todo el mundo. No fue raro ver a hermanos derramar lágrimas mientras escuchaban el popurrí de 6 de los nuevos cánticos del Reino. En muchos países ya han empezado a utilizar el nuevo cancionero, pero en muchos otros los empezaremos a usar a partir de la siguiente semana. La Conmemoración de la muerte Jesús será el evento señalado para cantar por primera vez como congregación esas nuevas composiciones. Mientras pasan los días llevamos una “cuenta regresiva” que nos indica cuáles serán los últimos cánticos del cancionero de 1984 que usaremos. Los escogidos han sido: 91 “Siendo Enseñados por Jehová”, 87 “La Cena del Señor”, 105 “Aclamemos al primogénito de la creación”, 171 “La canción de Victoria” y el 195 “Este es el día de Jehová”. Aunque estamos ansioso de cantar los nuevos cánticos, no podemos evitar sentir una tristeza que extrañamente nos invade. Es cierto que “Canten Alabanzas a Jehová” se ha quedado anticuado, pero con el irse de ese cancionero, se van más que simples canciones; se van con ellas trozos de nuestras vidas, ¿por qué decimos eso?

Muchos hermanos no olvidarán jamás la emoción que sintieron el día de su bautismo al cantar cánticos como el 13 (Dedicación Cristiana), 55 (Andando diariamente con Jehová), 143 (Declárate por Jehová), 202 (¡Estamos dedicados a Dios!), 207 (¿De quién mostramos ser?) u otros. Es cierto que esos cánticos aún existen en “Cantemos a Jehová”, pero no son iguales y, dado que les dimos un significado especial a las versiones anteriores, no despiertan en nosotros los sentimientos que nos provocaban las composiciones de 1984 ¿Quién no lloró alguna vez cuando, al finalizar la asamblea de Distrito o Internacional cantamos la estrofa que decía “Por compañerismo sincero, leal, hermanos y amigos: ¡Gracias Jehová!” (212)? ¿O a quién no se le enchinó la piel de emoción cuando cantaba la estrofa de aquel cántico que decía “Cristo gobierna ya y pronto pasará el viejo orden en Armagedón” (195)? ¿Acaso no se sintió motivado por las palabras: “¿Dice usted: ‘Predicar yo no puedo, expresarme no puedo al hablar’?” (215)? ¿O no se imaginó las bendiciones del paraíso cuando cantaba “Podrás ver la resurrección si fijas allí la visión” (222)? Tampoco podremos olvidar los ratos graciosos que pasamos en la congregación cuando todos se confundían al cantar el estribillo que decía “Si no quieren perecer besen al hijo de Jehová” (168) o la vez en que nadie del Salón pudo cantar el cántico 219 llamado “El trono celestial de Jehová” por ser el cántico más difícil de todo el cancionero en español.

¿Verdad que son momentos que recordaremos siempre? Versos como “Vivimos, morimos para ti; pues tú eres nuestro Dios” (13), “Siendo malos los días sepamos comprar el tiempo de meros placeres” (193), “Jehová y el Cristo son amigos de verdad, Amor con vida eterna dan; podemos bien lograr” (76) y “El control del cuerpo y mente, sí, mostrará nuestro amor y verdad” (191) en algún momento de nuestra vida ejercieron influencia en nosotros, nos motivaron a estar alerta, a acercarnos a Jehová, a luchar contra Satanás y a luchar contra nuestras propias imperfecciones. Sin duda es triste saber que nunca más, en ningún salón del Reino ni en ningún Salón de Asambleas resonarán nuestras voces entonando esos versos.

Sin duda, “Canten Alabanzas a Jehová” fue un gran amigo que nos ayudó a “derramar nuestro corazón” delante de nuestro padre celestial, nos ayudó a alabarlo y a mantenernos limpios o a mantener intacta nuestra esperanza del Nuevo Mundo. Sin embargo, una estrofa de un cántico de ese cancionero también nos recuerda algo: “Mientras seguimos marchando adelante, con la verdad nos refina Jehová. Luz da a su pueblo muy abundante, no precisamos mirar nunca atrás” (cántico 54).

Jehová ha nombrado al “Esclavo fiel y Discreto” para darnos el alimento al tiempo apropiado, y Canten Alabanzas a Jehová ya ha cumplido su propósito. Para nuestro tiempo es necesario “Cantemos a Jehová” por muchas razones, así que ¿cómo reaccionaremos al cambio? ¿Seremos humildes y aceptaremos los grandes cambios que sufrió nuestro cancionero? ¿O nos resentiremos con el “esclavo fiel” por esos cambios?

Aunque es inevitable sentir tristeza, seguro que también será inevitable sentir alegría, seguridad y devoción cuando cantemos por primera vez cánticos como “Jehová te dará fuerzas” (60), “¿Te ves en el nuevo mundo?” y “¡Este es el camino!” (65). No hay duda que Jehová sigue dándonos lo que necesitamos de formas agradables y “Cantemos a Jehová” es prueba de eso. Entonces, ¿le dará usted la importancia que se merecen nuestros cánticos del Reino? Si en su congregación aún se usa “Canten Alabanzas a Jehová”, ¿cantará con todo el corazón cuando, por última vez, cante cada uno de los seis cánticos que nos restan? ¡Jehová se merece alabanza! Nosotros tenemos el privilegio de cantarle, así que, como se dijo en el discurso de presentación del nuevo cancionero: “Sin importar si somos expertos o aprendices… ¡Cantemos a Jehová!”.


¿CÓMO PUEDO CANTAR BIEN?
No importa tanto su voz, sino la condición de su corazón. Jehová no ve si tiene voz de barítono o soprano, sino que le cante de todo corazón y con devoción. Puesto que se requiere devoción, fe y convicción para que Jehová acepte nuestra alabanza es posible que las siguientes recomendaciones le sean útiles:

1. ENTIENDA LA LETRA: Para tal propósito es necesario que al prepararse para la reunión también se prepare con los cánticos. Fíjese en el título y lea la letra y el versículo bíblico cuidadosamente en el que está basado. Cantemos a Jehová trae textos bíblicos auxiliares, léalos también y busque la relación de esos versículos con la letra del cántico. Para Canten Alabanzas a Jehová —que contiene un gran número de simbolismos y profecías— pregúntese, ¿qué significa esto? O ¿por qué se incluye en el cántico? Por ejemplo, ¿podría usted explicar porqué la última estrofa del cántico 195 incluye las palabras: “Entren al templo ya; busquen favor de Jah”? pues bien ¿qué significa entrar al templo de Jehová y cómo podríamos hacerlo los que no somos miembros del “rebaño pequeño”? Para eso es necesario entender qué es el templo de Jehová al que se refiere el cántico. Cuando logre entender todo el cántico estará listo para cantarlo apropiadamente.

2. PIENSE EN CÓMO APLICAR LA LETRA: Ya que ha entendido la letra pregúntese: “¿Cómo debería esto influir en mi?” El cántico 105 (de Canten Alabanzas a Jehová) dice: “De casa en casa vamos, diciendo la verdad, diciendo que ya reina el Hijo de Jehová.”, así que podría preguntarse: ¿Es el Reino mi tema principal de la predicación, o me limito a repartir revistas? Puesto que el cántico también dice: “Al individuo damos atención personal, estímulo al hermano. “¡Al Rey hay que aclamar!” podría preguntarse usted: ¿Realmente doy atención personal a los interesados, es decir, hago revisitas y conduzco estudios bíblicos? ¿Realmente me intereso en mis oyentes? ¿Le doy el lugar que Jesús se merece, o le doy a Jesús menos importancia de la que realmente debería tener? Aunque sabemos que Jehová es mayor que Jesús, nunca olvidemos que solo por medio de Jesús obtenemos la salvación, así que estimulemos al prójimo: “¡Al Rey (Jesús) hay que aclamar!”.

3. ABRA LA BOCA MÁS QUE CUANDO HABLA: Para una mejor articulación de las palabras y un mejor sonido, asegúrese de abrir la boca lo suficiente como para que el sonido salga apropiadamente.

4. ENVÍE EL AIRE AL DIAFRAGMA, NO A SUS PULMONES: Para enviar aire al diafragma haga como que lo envía al estómago y notará como este crece. Respire con la nariz y no con la boca. Párese erguido, nunca se agache para cantar.

5. NUNCA FUERCE SU GARGANTA: Si hay un tono agudo que no le sale es mejor que no fuerce su voz, cante lo más natural posible.

6. NO SE PREOCUPE DEMASIADO POR SU VOZ: No olvidemos que para Jehová nuestra voz no es lo más importante. Notará que si se preocupa mucho por su voz mientras canta, aunque logre afinarse a la perfección, no se preocupará debidamente por el mensaje del cántico, que al final es lo más importante. Preocúpese por su voz moderadamente y dele importancia máxima al mensaje del cántico y cántelo con el sentimiento debido.

¿CON QUÉ SENTIMIENTO DEBO CANTAR ESTOS CÁNTICOS?
91 – Siendo enseñados por Jehová: Para preparar el corazón piense en cómo se ha beneficiado de la educación divina. Al pensar en los problemas de los cuales se ha librado seguramente cantará este cántico con agradecimiento.

87 — La cena del Señor: Este cántico repasa la función de la pascua, a saber, conmemorar la poderosa liberación de los israelitas de Egipto, a la vez que muestra su antitipo, es decir, la liberación que se nos ofrece por medio del sacrificio de Jesús. En vista de esto, este cántico debe cantarse en forma de oración; con agradecimiento, intensidad y sinceridad.

105 — ¡Aclamemos al Primogénito de Jehová!: Nos habla del magnífico ejemplo de humildad de Jesucristo, su amor por su Padre y la recompensa que obtuvo, así como los beneficios que nos reportará su reinado. Cántelo con júbilo y respeto.

171 — La canción de victoria: Nos habla del poder que Jehová demostró con el ejército egipcio en 1513 a.E.C. y cómo lo volvió a demostrar cuando Jesús echó del cielo a Satanás y sus demonios en 1914. Este cántico debe entonarse victorioso, jubiloso y vigoroso.

195 —Este es el día de Jehová: Este cántico trata de lo que el Reino ha hecho desde 1914, lo que hará en el futuro cercano y lo que debemos hacer para beneficiarnos de él. Cántelo con alegría, confianza, seguridad y esperanza.