viernes, 2 de noviembre de 2012

Los cristianos y el día de muertos

“Sálganse de entre ellos, y sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda” — 2 Cor. 6:17

Es considerada una tradición ancestral, y según numerosos entendidos, es una festividad originaria de México. Aún en países como Guatemala se celebra el día de muertos (entre los días 1 y 2 de noviembre) y está rodeada de tradiciones, alimentos y ofrendas a los muertos  Los testigos cristianos de Jehová no participamos en esta festividad tampoco, pero, ¿entendemos las razones bíblicas por las cuales no lo hacemos?

Es obvio que la festividad está ligada con honrar a los muertos; algo que por sí solo no es malo. Concordamos todos que es apropiado recordar a nuestros seres queridos que han muerto, aunque sabemos que no lo hacemos un solo día en el año. Esto no es razón suficiente para no celebrar el día de muertos. La tradición va más allá que eso, y se llega al punto de ofrecer alimentos y altares en honor a los difuntos. Esto, por sí solo, hace que sea incorrecto participar en esta festividad. Aunque las personas que participan en esto quieran negarlo, la tradición de ofrecer comida y altares a los difuntos no difiere en nada a las costumbres orientales de adoración a los muertos; en mínima escala, pero es lo mismo.

Además, apoya una de las mentiras más extendidas de la historia: que los muertos poseen un alma inmortal. Sabemos que la idea de que en realidad “no morimos” se originó en Edén, cuando Satanás habló con Eva y le hizo esa afirmación (Génesis 3:4). Conocemos muy bien la enseñanza bíblica de que los muertos “no tienen conciencia de nada en absoluto”, y que “el alma que peque, ella misma morirá” (Eclesiastés 9:5; Ezequiel 18:4). Por lo tanto, participar en estas festividades en honor a los difuntos es sinónimo de apoyo a una creencia falsa. Pero no sólo eso; esta festividad también tiene orígenes paganos.

Al respecto The Encyclopedia Americana dice: “Los celtas tenían fiestas para dos dioses principales... un dios solar y un dios de los muertos (llamado Samhain), la fiesta del cual se celebraba el 1 de noviembre, el comienzo del año nuevo celta. La fiesta de los difuntos fue gradualmente incorporada en el ritual cristiano” (edición de 1977, tomo 13, página 725).

En vista que, al igual que la mayoría de fiestas populares, tiene orígenes paganos y se relacionan con la idolatría, ¿verdad que tenemos suficiente razón para no involucrarnos en esto? El apóstol Pablo dijo: “¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos templo de un Dios vivo; así como dijo Dios: “Yo residiré entre ellos y andaré entre [ellos], y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”. “‘Por lo tanto, sálganse de entre ellos, y sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda’”; “‘y yo los recibiré’”” (2 Corintios 6:16, 17). Pero alguien podría decir que estas son puras tradiciones, y que su origen no tiene nada que ver con nosotros, ya que han perdido su sentido original, pero note que Jehová no sólo nos anima a dejar de participar en prácticas idolátricas, sino que ni siquiera las “toquemos”, por así decirlo. En vista de esto, ¿sería correcto que un cristiano se envolviera en esta festividad de origen pagano, y que originalmente se hacía en honor al dios solar y al dios de los muertos?

Pero existe un dato más, que muchas personas desconocen. El libro The Worship of the Dead, de Colonel J. Garnier, dice: “Las mitologías de todas las naciones antiguas están entretejidas con los sucesos del Diluvio [...] Además, todos celebran esta fiesta más o menos el mismísimo día en que, de acuerdo con el relato mosaico, tuvo lugar el Diluvio, a saber, el decimoséptimo día del segundo mes... el mes que casi corresponde con nuestro noviembre”. Así que, aparte de tener orígenes paganos e idolátricos, esta fiesta conmemora a los inicuos que Jehová destruyó en el Diluvio del tiempo de Noé hace 4381 años. ¿Qué opina Jehová de esas personas? ¿Deberíamos conmemorar su muerte? Es cierto que ni Jehová ni nosotros nos deleitamos por la muerte de las personas inicuas (Ezequiel 18:23), pero él sí es claro cuando llamó a esas personas “gente impía”.

Es del todo cierto que estos orígenes de las festividades generalmente no se toman en cuenta en la actualidad, y la mayoría de personas desean únicamente recordar a sus propios difuntos, sin pensar en dioses paganos o en “gente impía” que fue destruida por Dios. Sin embargo, ¿deberíamos adornar las tumbas de nuestros muertos precisamente este día? ¿No sería “tocar la cosa inmunda”, que, aunque ya no tiene el mismo sentido que hace siglos, sigue siendo de origen pagano e idolátrico? Aparte de todo, ¿no sería sinónimo de que, indirectamente, apoyamos la creencia falsa de que los muertos en realidad no están muertos, sino que su alma permanece viva? ¿No sería mejor recordar las cosas buenas de nuestros seres queridos que han muerto hicieron y sus alegrías a lo largo de todo al año, sin atenernos a ninguna fecha específica, especialmente cuando tiene orígenes que no agradan a Dios?

En vista de los hechos expuestos, los cristianos nos negamos a participar en tradiciones que contravienen directamente con las enseñanzas de la Palabra de Dios, y usando el ejemplo que encontramos en el libro Qué enseña realmente la Biblia, tal como no recogeríamos un caramelo tirado en un charco de lodo para lavarlo y luego comerlo, nos negamos rotundamente a participar en festividades que, aunque han sido “lavadas”, su origen es “inmundo” a los ojos Dios.

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