“Los atalayas de él son ciegos. Ninguno de ellos ha notado. Todos ellos son perros mudos; no pueden ladrar, jadeantes, echados, que aman dormitar”
—Isaías 56:10—
TIEMPO APROXIMADO DE LECTURA: 5 MINUTOS
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“Otra noche sin sueño”, ¿le suena familiar esta expresión? Si usted padece de Insomnio o conoce a alguien que padece este trastorno seguramente ha dicho o escuchado esta expresión. El dormir es necesario para la regeneración de nuestro cuerpo. Está comprobado que el no dormir agrava o provoca muchos males, y cuando alguien padece de Insomnio crónico puede hasta morir con el tiempo debido a la falta de descanso del cuerpo ¡cuán grave es padecer de este mal! Sin embargo, ¿sabía que el Insomnio pudiera significar la salvación de su vida?
Es obvio que no hablamos del insomnio físico, sino del espiritual. Cuando una persona padece de un trastorno de sueño que impide que duerma lo suficiente, a la mañana siguiente seguramente se sentirá sumamente mal. En algunos casos hay personas que no pueden dormir en toda la noche y el sueño empieza a dejarse sentir alrededor de las 5 o 6 de la mañana, justo a la hora en que tienen que levantarse para atender el trabajo u otras responsabilidades y cuando los primeros rayos del sol dejan verse. Permanecer despierto a esas horas de la mañana es algo muy pesado y difícil. Espiritualmente es lo mismo. Analicemos una ilustración de Jesús que nos recuerda la importancia de estar despiertos.
Jesucristo habló de la importancia de quedarse despiertos, a la espera de la llegada del amo el día de su boda. Hoy es especialmente difícil mantenerse despiertos, porque la noche está muy avanzada. Jesucristo, en su ilustración de los esclavos que esperan a su amo habló de “vigilias”. La primera vigilia va desde aproximadamente las 6:00 PM. Cuando el sol se ponía hasta aproximadamente las 9:00 PM. La segunda vigilia empezaba al finalizar la primera hasta aproximadamente la media noche. La tercera vigilia desde la medianoche hasta más o menos las tres de la madrugada, y la cuarta y última vigilia desde las tres de la madrugada hasta la salida del sol, aproximadamente a las 6:00 AM. Jesús dice: “¡Felices son aquellos esclavos a quienes el amo al llegar halle vigilando! Verdaderamente les digo: Él se ceñirá y hará que se reclinen a la mesa, y vendrá a su lado y les servirá. Y si llega en la segunda vigilia, sí, o en la tercera, y los halla así, ¡felices son ellos!” (Lucas 12:37). Al hallarlos despiertos a esas horas de la madrugada, el amo pronuncia felices a sus esclavos. ¿En qué vigilia nos encontramos ahora? ¿En la primera? ¿En la segunda? ¿En la tercera? Bueno, veamos los hechos históricos.
El apóstol Pablo dice: “La noche está muy avanzada; el día se ha acercado” (Romanos 14:12). Entonces, seguramente no podríamos estar en la primera vigilia, pues la noche está “muy avanzada” y “el día se ha acercado”, ¿qué hay de la segunda? Bueno, Jesucristo evidentemente no señaló que durante la segunda llegaría el amo, pues dijo: “Y si llega a la segunda vigilia, sí, o en la tercera, y los halla así, ¡felices son ellos!”. Es obvio que Jesús no estaba dando una forma de medir cuándo vendría, pues esto se descubriría al tiempo apropiado. Sin embargo, hay razones sólidas para creer que, efectivamente, “vino” durante la tercera vigilia. Después de dar esta ilustración, Jesús pasó a decir: “¿Quién es verdaderamente el mayordomo fiel, el discreto, a quien su amo nombrará sobre su servidumbre para que siga dándoles su medida de víveres a su debido tiempo? ¡Feliz es aquel esclavo, si al llegar su amo lo halla haciéndolo así!” (Lucas 12:42, 43). La clase del “mayordomo fiel” apareció a finales del siglo XIX y estaba dando el alimento, sí, “víveres a su debido tiempo” mediante publicaciones como la Zion’s Watch Tower (La torre del vigía de Sión), Food for Thinking Christians (Alimento para cristianos pensadores), The time is at Hand (El tiempo se ha acercado) y muchas otras. Jesús entró en el poder del Reino en el año de 1914, año en que empezó a amanecer “el día del Señor” (Revelación 1:10). Jesús no señaló en qué parte de la tercera vigilia vendría, si al principio o al final, pero evidentemente ya no estamos durante la tercera vigilia, pues Jesucristo ya ha pronunciado feliz al “mayordomo fiel” y lo ha nombrado sobre “su servidumbre para que siga dándole su medida de víveres”. Las negras nubes de la guerra, la peste y el hambre azotaron al mundo desde 1914. Sin embargo, unos tres años y medio después de octubre de 1914 se cumple otra profecía que nos indica en qué vigilia vivimos ahora: “Porque es el tiempo señalado para que el juicio comience con la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Este juicio empezó cuando vino Jehová Dios, con su mensajero del pacto, Jesucristo, en la primavera (marzo-abril) de 1918, cumpliendo la profecía de Malaquías 3:1. Como el juicio empezó por “la casa de Dios”, es decir, por la Cristiandad, tras examinar las organizaciones que afirmaban ser el tempo de Dios, Jehová y Jesucristo determinaron que en la cristiandad no había grupo alguno que se hubiera mantenido alerta. Encontraron a un pequeño grupo apartado de la cristiandad que sí estaba dando alimento a la casa de la fe. Durante un período de duras pruebas, el resto ungido de Estudiantes de la Biblia fue nombrado sobre todos los bienes del amo en el año 1919 (Mateo 24:47). Estos hechos nos ayudan a determinar cuándo vino el amo y en qué período vivimos. Recordemos que el amo vino durante la tercera vigilia —que va desde la media noche hasta aproximadamente las 3:00 AM—. Durante esta vigilia vino el amo Jesucristo con su padre a inspeccionar su “templo”, a limpiarlo y, al hallar al “mayordomo” despierto lo nombró sobre todos sus bienes. ¿Ha terminado ya la tercera vigilia? Evidentemente sí. Recordemos que la última vigilia va desde más o menos las tres de la madrugada hasta la salida del sol, que acontece alrededor de las 6:00 AM. Es sobresaliente el hecho de que junto con esta profecía que se cumplió entre 1918 y 1919 se da otra muy interesante: “Y a ustedes los que están en temor de mi nombre el sol de la justicia ciertamente brillará, con curación en sus alas” (Malaquías 4:2). Esta profecía que se cumple en Jesús, él es llamado “el sol de la justicia”. Como hemos visto, en 1914 empezó a amanecer el “día del Señor”, y aunque desde 1914 ha habido muchos problemas, desde 1918 en adelante se ha visto claramente el dominio de nuestro Señor Jesús sobre el resto ungido. Nos beneficiamos ya del resplandor de él en su papel de Sol de la justicia. ¡La noche está terminando! ¡Ya podemos sentir los rayos del Sol de la mañana! ¡Estamos en la última vigilia! Esta vigilia es la más dura, la más pesada, la más difícil de soportar despiertos si no hemos dormido en toda “la noche”. Sin embargo, vemos ya en el horizonte las bendiciones que el Sol de la justicia nos trae. De hecho, hoy ya disfrutamos de muchas de estas bendiciones. ¿Qué haremos, entonces, para no “dormirnos” durante esta última vigilia?
Encontramos una clave en las palabras del apóstol Pedro cuando dijo: “qué clase de personas deben ser ustedes en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa, esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová” (2 Pedro 3:11, 12). La expresión que se traduce “teniendo muy presente” (en griego: σπευδοντας την παρουσιαν της του θεου ημερας) se traduciría “apresurando la presencia del día de Dios”. Puesto que Jehová ya ha fijado el día en que vendrá su gran día no podemos hacer nada para que venga más rápido. Sin embargo, sabemos que cuanto más ocupados estemos, sentiremos que el tiempo pasa más rápido. Bien lo ha dicho el apóstol Pablo: “siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor” (1 Corintios 15:58). Si ocupamos nuestra mente y energías en “la obra del Señor”, es decir, la predicación, la preparación para las reuniones y la asistencia a ellas sentiremos que el tiempo pasa más rápido, así evitaremos dormirnos en esta hora avanzada de la cuarta vigilia de la noche.
Como vimos, entonces, aunque el sueño físico es una gran bendición, el sueño espiritual no lo es. Ahora que está a punto de “amanecer” es más difícil que nunca mantenernos despiertos espiritualmente. ¡Nunca permitamos que el “dios de este sistema de cosas” nos distraiga y nos haga dormitar! Más bien, apoyemos a la clase del Atalaya que proclama por todo el mundo las buenas nuevas del Reino de Dios, ocupando nuestra mente y energías en esta obra, así evitaremos dormitar, y por lo tanto, evitaremos nuestra muerte cuando por fin amanezca el día de Jehová, grande e inspirador de temor.
Es obvio que no hablamos del insomnio físico, sino del espiritual. Cuando una persona padece de un trastorno de sueño que impide que duerma lo suficiente, a la mañana siguiente seguramente se sentirá sumamente mal. En algunos casos hay personas que no pueden dormir en toda la noche y el sueño empieza a dejarse sentir alrededor de las 5 o 6 de la mañana, justo a la hora en que tienen que levantarse para atender el trabajo u otras responsabilidades y cuando los primeros rayos del sol dejan verse. Permanecer despierto a esas horas de la mañana es algo muy pesado y difícil. Espiritualmente es lo mismo. Analicemos una ilustración de Jesús que nos recuerda la importancia de estar despiertos.
Jesucristo habló de la importancia de quedarse despiertos, a la espera de la llegada del amo el día de su boda. Hoy es especialmente difícil mantenerse despiertos, porque la noche está muy avanzada. Jesucristo, en su ilustración de los esclavos que esperan a su amo habló de “vigilias”. La primera vigilia va desde aproximadamente las 6:00 PM. Cuando el sol se ponía hasta aproximadamente las 9:00 PM. La segunda vigilia empezaba al finalizar la primera hasta aproximadamente la media noche. La tercera vigilia desde la medianoche hasta más o menos las tres de la madrugada, y la cuarta y última vigilia desde las tres de la madrugada hasta la salida del sol, aproximadamente a las 6:00 AM. Jesús dice: “¡Felices son aquellos esclavos a quienes el amo al llegar halle vigilando! Verdaderamente les digo: Él se ceñirá y hará que se reclinen a la mesa, y vendrá a su lado y les servirá. Y si llega en la segunda vigilia, sí, o en la tercera, y los halla así, ¡felices son ellos!” (Lucas 12:37). Al hallarlos despiertos a esas horas de la madrugada, el amo pronuncia felices a sus esclavos. ¿En qué vigilia nos encontramos ahora? ¿En la primera? ¿En la segunda? ¿En la tercera? Bueno, veamos los hechos históricos.
El apóstol Pablo dice: “La noche está muy avanzada; el día se ha acercado” (Romanos 14:12). Entonces, seguramente no podríamos estar en la primera vigilia, pues la noche está “muy avanzada” y “el día se ha acercado”, ¿qué hay de la segunda? Bueno, Jesucristo evidentemente no señaló que durante la segunda llegaría el amo, pues dijo: “Y si llega a la segunda vigilia, sí, o en la tercera, y los halla así, ¡felices son ellos!”. Es obvio que Jesús no estaba dando una forma de medir cuándo vendría, pues esto se descubriría al tiempo apropiado. Sin embargo, hay razones sólidas para creer que, efectivamente, “vino” durante la tercera vigilia. Después de dar esta ilustración, Jesús pasó a decir: “¿Quién es verdaderamente el mayordomo fiel, el discreto, a quien su amo nombrará sobre su servidumbre para que siga dándoles su medida de víveres a su debido tiempo? ¡Feliz es aquel esclavo, si al llegar su amo lo halla haciéndolo así!” (Lucas 12:42, 43). La clase del “mayordomo fiel” apareció a finales del siglo XIX y estaba dando el alimento, sí, “víveres a su debido tiempo” mediante publicaciones como la Zion’s Watch Tower (La torre del vigía de Sión), Food for Thinking Christians (Alimento para cristianos pensadores), The time is at Hand (El tiempo se ha acercado) y muchas otras. Jesús entró en el poder del Reino en el año de 1914, año en que empezó a amanecer “el día del Señor” (Revelación 1:10). Jesús no señaló en qué parte de la tercera vigilia vendría, si al principio o al final, pero evidentemente ya no estamos durante la tercera vigilia, pues Jesucristo ya ha pronunciado feliz al “mayordomo fiel” y lo ha nombrado sobre “su servidumbre para que siga dándole su medida de víveres”. Las negras nubes de la guerra, la peste y el hambre azotaron al mundo desde 1914. Sin embargo, unos tres años y medio después de octubre de 1914 se cumple otra profecía que nos indica en qué vigilia vivimos ahora: “Porque es el tiempo señalado para que el juicio comience con la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Este juicio empezó cuando vino Jehová Dios, con su mensajero del pacto, Jesucristo, en la primavera (marzo-abril) de 1918, cumpliendo la profecía de Malaquías 3:1. Como el juicio empezó por “la casa de Dios”, es decir, por la Cristiandad, tras examinar las organizaciones que afirmaban ser el tempo de Dios, Jehová y Jesucristo determinaron que en la cristiandad no había grupo alguno que se hubiera mantenido alerta. Encontraron a un pequeño grupo apartado de la cristiandad que sí estaba dando alimento a la casa de la fe. Durante un período de duras pruebas, el resto ungido de Estudiantes de la Biblia fue nombrado sobre todos los bienes del amo en el año 1919 (Mateo 24:47). Estos hechos nos ayudan a determinar cuándo vino el amo y en qué período vivimos. Recordemos que el amo vino durante la tercera vigilia —que va desde la media noche hasta aproximadamente las 3:00 AM—. Durante esta vigilia vino el amo Jesucristo con su padre a inspeccionar su “templo”, a limpiarlo y, al hallar al “mayordomo” despierto lo nombró sobre todos sus bienes. ¿Ha terminado ya la tercera vigilia? Evidentemente sí. Recordemos que la última vigilia va desde más o menos las tres de la madrugada hasta la salida del sol, que acontece alrededor de las 6:00 AM. Es sobresaliente el hecho de que junto con esta profecía que se cumplió entre 1918 y 1919 se da otra muy interesante: “Y a ustedes los que están en temor de mi nombre el sol de la justicia ciertamente brillará, con curación en sus alas” (Malaquías 4:2). Esta profecía que se cumple en Jesús, él es llamado “el sol de la justicia”. Como hemos visto, en 1914 empezó a amanecer el “día del Señor”, y aunque desde 1914 ha habido muchos problemas, desde 1918 en adelante se ha visto claramente el dominio de nuestro Señor Jesús sobre el resto ungido. Nos beneficiamos ya del resplandor de él en su papel de Sol de la justicia. ¡La noche está terminando! ¡Ya podemos sentir los rayos del Sol de la mañana! ¡Estamos en la última vigilia! Esta vigilia es la más dura, la más pesada, la más difícil de soportar despiertos si no hemos dormido en toda “la noche”. Sin embargo, vemos ya en el horizonte las bendiciones que el Sol de la justicia nos trae. De hecho, hoy ya disfrutamos de muchas de estas bendiciones. ¿Qué haremos, entonces, para no “dormirnos” durante esta última vigilia?
Encontramos una clave en las palabras del apóstol Pedro cuando dijo: “qué clase de personas deben ser ustedes en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa, esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová” (2 Pedro 3:11, 12). La expresión que se traduce “teniendo muy presente” (en griego: σπευδοντας την παρουσιαν της του θεου ημερας) se traduciría “apresurando la presencia del día de Dios”. Puesto que Jehová ya ha fijado el día en que vendrá su gran día no podemos hacer nada para que venga más rápido. Sin embargo, sabemos que cuanto más ocupados estemos, sentiremos que el tiempo pasa más rápido. Bien lo ha dicho el apóstol Pablo: “siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor” (1 Corintios 15:58). Si ocupamos nuestra mente y energías en “la obra del Señor”, es decir, la predicación, la preparación para las reuniones y la asistencia a ellas sentiremos que el tiempo pasa más rápido, así evitaremos dormirnos en esta hora avanzada de la cuarta vigilia de la noche.
Como vimos, entonces, aunque el sueño físico es una gran bendición, el sueño espiritual no lo es. Ahora que está a punto de “amanecer” es más difícil que nunca mantenernos despiertos espiritualmente. ¡Nunca permitamos que el “dios de este sistema de cosas” nos distraiga y nos haga dormitar! Más bien, apoyemos a la clase del Atalaya que proclama por todo el mundo las buenas nuevas del Reino de Dios, ocupando nuestra mente y energías en esta obra, así evitaremos dormitar, y por lo tanto, evitaremos nuestra muerte cuando por fin amanezca el día de Jehová, grande e inspirador de temor.
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