— Lucas 16:18 —
NOTA: En la entrada anterior se hace mención de “Mateo 16:18-31”, tanto en el título como en algunas citas, tome en cuenta que cometí un grave error al escribir “Mateo” en vez de “Lucas”. Así que en realidad estas dos entradas se basan en Lucas 16 y no en Mateo 16. Mis disculpas por este error.
En 1513 a.E.C. Jehová entró en un pacto “matrimonial” con los israelitas, sin embargo ese pacto matrimonial solo era temporal pues Jehová dijo: “celebraré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; no uno como el pacto que celebré con sus antepasados en el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto” (Jeremías 31:31, 32). En Jeremías 31:32 Jehová se llama a sí mismo el “dueño marital” de Israel, pero como celebraría un nuevo pacto el pacto anterior quedaría abolido. Sin embargo, no se podría entrar en un nuevo pacto “matrimonial” sin la muerte de alguna de las dos partes ya que como dice Lucas 16:18, una persona divorciada que se vuelve a casar comete adulterio, por eso el apóstol Pablo señaló —como ya vimos la semana pasada— que a los israelitas se les hizo morir respecto a la ley para llegar a ser posesión de otro, es decir, Cristo (Romanos 7:1-6). Sin embargo, ¿qué pasaría con los israelitas después de esa muerte simbólica? La respuesta la encontramos en Lucas 16:22-31.
Siguiendo la trama que traemos desde la semana pasada, el hombre rico —que simbolizó a los fariseos amantes del dinero— y el mendigo llamado Lázaro —que simbolizó a los israelitas comunes— murieron y Lázaro fue llevado por los ángeles al cielo. Como ya vimos, la muerte solo simbolizó un cambio de condición, por lo tanto el que Lázaro se haya ido al cielo no hemos de tomarlo literal. Para saber lo que significa esta ascensión al cielo recurriremos a las cartas Paulinas. En Efesios 2:1, 6 el apóstol Pablo dijo: “Además, a ustedes [Dios los vivificó] aunque estaban muertos en sus ofensas y pecados y nos levantó juntos y nos sentó juntos en los lugares celestiales en unión con Cristo Jesús”. Es obvio que el apóstol no hablaba de que literalmente se habían ido al cielo, sino se refería a la posición de superioridad espiritual que alcanzaron los ungidos —el grupo que compone la novia de Cristo—. Así es como deberíamos entender la muerte y ascensión al cielo de Lázaro. Cuando las personas comunes aceptaron que la ley mosaica dejaba de funcionar, aceptaron a Cristo como su señor y salvador y como su futuro “esposo” (Revelación 19:7). Entonces recibieron la unción del espíritu Santo y alcanzaron un posición elevada en sentido espiritual, simbólicamente ascendieron a los cielos, al “seno de Abrahán”, a “los lugares celestiales en unión con Cristo Jesús”. ¿Qué sucedió, entonces, con la clase del hombre rico?
Jesús comentó que su salario fue el tormento. Ese tormento no debe tomarse literal, así como la ascensión al cielo no es literal, ni la muerte misma de estos personajes. En Revelación 14:11 se habla también de tormento impartido a las personas que adoran a la “bestia salvaje” (Véase el libro Apocalipsis… Se acerca su magnífica culminación, páginas 210 y 211). Ese tormento no se imparte literalmente a las personas sino simboliza lo molesto y tormentoso que será el mensaje “sin diluir” que anuncia su próxima destrucción. El efecto que causa a esas personas el mensaje que predicamos es similar al efecto que causó la predicación de Jesucristo y sus discípulos del siglo I pues en Lucas 16:14 dice que los fariseos —el hombre rico—, al escuchar la predicación de Jesús “le hacían gestos de desprecio”. Algo similar pasó con este “hombre rico” cuando el humilde Esteban denunció su hipocresía. El relato histórico nos dice que “se sintieron cortados hasta el corazón, y se pusieron a crujir los dientes contra él” (Hechos 7:54). No hay duda, la predicación les causó tormento intenso (Compare con Revelación 9:5 y lea Apocalipsis… se acerca su magnífica culminación capítulo 22).
Los demás versículos nos ayudan a ver que el hombre rico tenía un padre y hermanos que simbolizan respectivamente a Satanás y sus aliados religiosos (Juan 8:44). Sin embargo el “padre Abrahán” le dice que sus hermanos tienen la ley y los profetas y que si no escucharon a Moisés tampoco escucharían a “Lázaro” si este volviera a su condición anterior. ¡No eran necesarios milagros para tratar de convencer a estas personas! Estas tenían que escudriñar por sí mismas la palabra de Dios para saber qué camino es el correcto. Sin embargo los líderes religiosos se negaron a creer y por lo tanto, su tormento continuó por varios años.
No hay duda que entender estos versículos tan controversiales es una bendición de parte de Jehová. ¡Cuán agradecidos debemos estar que Jehová utilice al “esclavo fiel y discreto” para darnos el alimento apropiado al debido tiempo! Es posible que antes de analizar esta información pensáramos que Lucas 16:18 —que habla del divorcio— no tenía ninguna relación con la parábola del Hombre Rico y Lázaro, pero al analizar detenidamente estos versículos y otras partes de la Biblia relacionadas nos damos cuenta de que en realidad, complementan la parábola y nos ayuda a dar una explicación correcto, librándonos así del error religioso dominante en la cristiandad. No hay duda, Jehová es la fuente infinita de Sabiduría y verdad.
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