“Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo” - Juan 17:19
Como usuario de internet se da cuenta que no es raro encontrar mentiras descaradas, medias verdades, burlas, insultos o chistes de mal gusto sobre nosotros, los testigos de Jehová, y como humano con sentimientos es obvio que le causa molestia, pero, ¿sabe por qué somos objeto de tales actitudes y cómo debemos reaccionar ante ellas? Existen tres razones básicas por las cuales somos odiados y las veremos en esta entrada.1) No somos parte del mundo: Esta, quizás, sea la principal razón. Jesús dijo con claridad: “Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia” (Juan 17:19, 20). No nos extraña, en realidad no somos como la gente del mundo; somos muy diferentes a ellas, y sabemos que la actitud de la mayor parte de personas es cerrarse a lo que es diferente a ellas. Los cristianos estamos dispuestos a ir contra la corriente. Seguimos el consejo del apóstol Pablo de ‘cesar de amoldarnos a este sistema de cosas’ y defendemos con tenacidad elevadas normas morales y de conducta (Romanos 12:2). En vista de eso, ¿le extraña ser objeto de burlas por parte de muchos no cristianos?
2) Satanás influye en la actitud mental de muchos: El apóstol Pablo habló del “espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia” (Efesios 2:2). Sabemos que ese espíritu es la actitud general que domina a la mayor parte de personas de este mundo, ¿y de dónde proviene ese espíritu? En ese mismo versículo la Biblia habla del “gobernante de la autoridad del aire”, ese aire es lo mismo que el “espíritu del mundo”, y es obvio que ese gobernante es Satanás el Diablo. Jesús lo llamó el “gobernante de este mundo” y el apóstol Pablo dijo bajo inspiración: “tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales” (Efesios 6:11, 12). De modo que valiéndose de su influencia en las personas Satanás se vale para atacarnos. Recuerde que la palabra griega usada en este texto para “lucha” (πάλη, pále) significa literalmente “lucha cuerpo a cuerpo”, así que Satanás usa cualquier medio para desanimarnos.
3) Por nuestro mensaje: Refiriéndose a la costumbre romana de hacer procesiones triunfales en donde llevaban como esclavos a los vencidos en batalla el apóstol Pablo dijo: “¡Mas gracias a Dios que siempre nos conduce en una procesión triunfal en compañía con el Cristo y hace que el olor del conocimiento de él sea perceptible en todo lugar por medio de nosotros!” (2 Cor. 2:14). En esas procesiones se solía quemar especias perfumadas. Ese aroma es comparado al mensaje de Cristo que los cristianos predicamos. Pero luego el apóstol pasa a decir: “Porque somos para Dios un olor grato de Cristo entre los que están siendo salvados” (v. 15). En las procesiones triunfales del mundo romano los perfumes que llenaban las calles eran un olor que era grato; un olor que anunciaba victoria. De la misma forma, nuestra predicación es un olor grato para Jehová y para las personas que están dispuestas para vida eterna. Estas son aquellas que aceptan el mensaje bíblico con disposición de ánimo, “los que están siendo salvados” y que obtendrán la vida eterna pues el versículo 16 dice de estas personas que es “un olor que proviene de vida para vida” (Hechos 13:48). Pero el versículo continúa: “y entre los que están pereciendo; a estos un olor que proviene de muerte para muerte” ¿Qué significan esas palabras? En la procesión romana llevaban a los prisioneros de guerra. Puesto que habían sido vencidos el aroma de las especias perfumadas sólo eran un aroma de humillación y muerte; algo desagradable. Pues, lo mismo sucede con quienes rechazan el mensaje bíblico. Para ellos los testigos somos apestosos, molestos, debido a nuestro mensaje, somos “uno olor que proviene de muerte”, y, ¿cuál será el resultado? La Biblia responde: “muerte”. Es decir, para los ‘que están pereciendo’ olemos detestablemente.
Todo esto no nos extraña. Recordemos que por ser cristianos estaremos siempre en el ojo del huracán. Muchas personas no se fijan en el hecho de que la gran mayoría de testigos somos honrados, sociables, educados, cultos, excelentes ciudadanos. No, ellos sólo se fijan en lo que para ellos está mal. Bien dijo la Biblia sobre los apóstoles de Cristo: “porque hemos llegado a ser un espectáculo teatral al mundo, tanto a ángeles como a hombres” (1 Corintios 4:9). El hecho de que no seamos apóstoles de Cristo no es impedimento para ser el centro de atención. ¡Seguimos siendo odiados por aquellos ‘que están pereciendo’!
Pero eso no hace de nosotros personas amargadas o desdichadas. Jesús dijo: “Felices son ustedes cuando los vituperen y los persigan y mentirosamente digan toda suerte de cosa inicua contra ustedes por mi causa” (Mateo 5:11). En realidad, sería preocupante si tuviéramos la aprobación de todo el mundo. Recuerde que Jesús dijo que el mundo nos odia por no ser parte del mundo, así que si el mundo no nos odiara querría decir que somos parte del mundo, y las Escrituras dicen con claridad: “¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios” (Santiago 4:4).
Entonces, ¿cómo deberíamos reaccionar ante ataques, burlas e insultos? Es obvio que como humanos no somos inmunes a los sentimientos, pero recordar que esto es un indicio de que tenemos la aprobación divina hará que nos sintamos felices por ser vituperados por causa del nombre de Cristo. Además, recordar el ejemplo de Jesús mismo nos dará la respuesta sobre cómo actuar ante la apatía: “Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia” (1 Pedro 2:22). Y justo antes de decir esas palabras el apóstol Pedro señaló que Cristo dejó ese dechado para que siguiéramos “sus pasos con sumo cuidado y atención” (v. 21). De hecho, ese es el verdadero significado de la palabra “cristiano”: seguir los pasos de Cristo. Y ante situaciones en que se pone a prueba nuestro aguante y autodominio demostraremos que de verdad seguimos a Jesús, que de verdad amamos a nuestro prójimo y de que estamos conscientes del privilegio que tenemos de ser representantes del Dios Altísimo aquí en la tierra.
Así que no nos desanimemos por las burlas y la apatía, ‘grande es nuestro galardón’ si aguantamos todas estas pruebas. Apreciemos, por lo tanto, el privilegio que tenemos de ser odiados por causa del nombre de Cristo y no nos detengamos en nuestra importante labor de seguir santificando el nombre de Dios mediante nuestra predicación y nuestra conducta.
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