“Sigan asegurándose de lo que es acepto al Señor”
—Efesios5:10—
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El juego estaba muy avanzado, y Argentina iba ganando a Perú 1 a 0, cuando Perú anotó un gol, pero el árbitro invalidó el gol por una infracción a las reglas. Esto causó un gran alboroto en el estadio, lo que causó 328 muertes y más de mil personas lesionadas ¡qué tragedia! El New York Times dijo: “Probablemente lo que salvó la vida del árbitro y los futbolistas fue la pesada puerta de hierro del vestuario”. Aunque ya pasaron casi 50 años de esa tragedia, nos recuerda el horrible nacionalismo que el Fútbol puede despertar en las personas. Es cierto que tragedias de ese tipo son relativamente pocas, pero la violencia relacionada con el Fútbol no es rara.
El Fútbol en sí no tiene absolutamente nada de malo. Sería correcto decir que es una diversión sana y sin complejidades.Sin embargo, los cristianos somos más meticulosos al respecto. No nos basta con el hecho de que una diversión sea sana. Hay más cosas implicadas. Veamos cuáles.
Si su país está jugando en la copa mundial, es lógico que usted quiera que gane los partidos, eso es más que obvio. Sin embargo es necesario que tomemos en cuenta el principio bíblico expuesto en Gálatas 5:26 que dice: “No nos hagamos egotistas, promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros”. ¿Cuál es su actitud respecto a esto? ¿Cuánta importancia le da al hecho de que su equipo gana o pierda? ¿Despierta esto en usted prejuicios contra personas de otros países? ¿Cómo reacciona cuando su equipo favorito pierde o gana? Si meditamos detenidamente en las respuestas honestas que daremos, probablemente nos demos cuenta de que debemos mejorar en este aspecto.
El principio de Gálatas 5:26 no solo es aplicable durante la semana que queda de la Copa Mundial. Debe también regir la forma en que nos recreamos en la congregación. En muchos lugares es común que algunos hermanos se recreen jugando fútbol, ya sea con otras congregaciones o solo los hermanos de una misma congregación. Es lamentable mencionar que en muchas congregaciones se ha infiltrado un espíritu competitivo, lo que ha causado algunos problemas. En algunos casos se ha visto hermanos gritándose unos a otros, o peleándose unos con otros, incluso ofreciendo golpes… ¿Es esa una forma cristiana de actuar? Absolutamente no. No está de más recordar lo que la revista ¡Despertad! Del 22 de diciembre de 1978 dijo: “Los ejércitos obligan a los opositores a una ‘confrontación decisiva,’ y también lo hacen los guerreros. Recuerde como, en la antigüedad, el matasietes Goliat gritó: “¿No soy yo el filisteo y ustedes siervos que le pertenecen a Saúl? Escójanse un hombre, y baje él a mí. . . . ¡Denme un hombre y peleémonos!” (1 Sam. 17:8-10) Pero los cristianos querrán evitar tal espíritu cuando participan en un juego. La vida no depende de ganar o perder tales juegos. El fútbol y otros deportes deben mantenerse en su debida perspectiva —como un simple recreo, una diversión temporánea— no como algo de importancia vital”.
Ahora veamos otro principio bíblico envuelto: “[Asegúrense] de las cosas más importantes” (Filipenses 1:10). Esto es especialmente importante si nuestras actividades espirituales coinciden en el horario con los partidos. Si su día de predicación, la reunión de la congregación o alguna de nuestras asambleas coincide en horario con la final de la copa mundial, ¿qué preferiría? Al respecto la revista ¡Despertad! Antes mencionada dijo: “¿Cuál es su actitud respecto a los deportes? Por ejemplo, ¿acostumbra usted faltar a las reuniones cristianas para jugar o asistir a juegos? Por otra parte, ¿indicaría que se están evaluando correctamente los asuntos espirituales el que se cambien las horas de las reuniones cristianas regulares para que no choquen con los juegos para la Copa Mundial? Al hacer eso, ¿se estaría dando un buen ejemplo a los que están empezando a lograr progreso espiritual? Jesús exhortó: “Sigan, pues, buscando primero el reino.”—Mat. 6:33.”
Ya sabemos que el fútbol no tiene nada de malo, ni de verlo ni de practicarlo, siempre y cuando nuestra actitud sea correcta. Si notamos que en nosotros el fútbol despierta espíritu competitivo, animosidad hacia otras personas, o si tenemos la costumbre de gritar con sentimiento fanático (literalmente) “¡¡gol!!” ¡Peligro! No es un asunto que se deba tomar a la ligera. Debemos cuidarnos de que el fútbol no sea lo más importante para nosotros, de que se convierta en una especie de Dios (Lea 1 Corintios 10:14). Cuando estemos jugando fútbol, especialmente si lo hacemos con nuestros hermanos en la fe, recordemos que el amor es la marca que nos distingue como verdaderos cristianos, que el amor “no se siente provocado”, y por lo tanto, evita que despleguemos “amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa, junto con toda maldad”, pues estas actitudes no son propias de un cristiano verdadero (Efesios 4:31; 1 Corintios 13:4, 5). Debemos recordar constantemente que es nuestra obligación asistir a todas las reuniones, asambleas y predicar las buenas nuevas del Reino, dedicarle tiempo de calidad a estas actividades y darles completa concentración mientras las practicamos, sin que un partido las estorbe. Nunca sustituiremos las actividades espirituales por actividades deportivas.
Aunque el fútbol puede ser una forma sana de entretenimiento y diversión, puede revelar en nosotros actitudes mundanas, revelará si es cierto que a nivel personal ponemos primero el Reino, o, por el contrario, lo hacemos solo cuando no hay otras actividades que consideramos importantes. Debemos ejercer cautela al observar los partidos y al practicar este deporte tan popular.Si a usted le gusta el fútbol ¡Disfrute los partidos! Pero siempre recordemos que debemos tener equilibrio en todos los aspectos de nuestra vida, a fin de que nuestra espiritualidad nunca se vea afectada, recordando siempre el consejo de Efesios 5:10: “Sigan asegurándose de lo que es acepto al Señor”.
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