lunes, 24 de mayo de 2010

¿LE DEDICA TIEMPO A SU MEJOR AMIGO?


“Un compañero verdadero ama en todo tiempo”

— Proverbios 17:17 —


TIEMPO APROXIMADO DE LECTURA: 6 MINUTOS


Imagine esto: su mejor amigo se llama Fred, y Fred, aunque ha estado varios años en su congregación tiene que regresar a su país de origen que está al otro lado del mundo. Seguramente usted no está dispuesto a que la distancia rompa la amistad con él, ¿verdad? Así que cuando él ya ha regresado a casa usted decide enviar un E-mail para mantenerse en comunicación. Al día siguiente, está ansioso por leer la respuesta, pero cuando revisa su bandeja de entrada, se lleva la sorpresa de que no ha respondido. “Bueno, quizás no pudo leerlo ayer”, piensa. Pero pasan las semanas y los meses y él no responde. Entonces vuelve a enviar un E-mail y sucede lo mismo. ¿Será que le ha pasado algo malo? Bueno, entonces averigua el número de teléfono y le llama a eso de las 8:00 P.M. (Horario del país de él) ¡Por fin le responde! Usted le dice: “Amigo, tenemos tanto tiempo de no hablar, ¿cómo has estado?”, entonces, para su sorpresa, Fred le dice: “¡Uf! Lo siento amigo, pero acabo de llegar al trabajo y ahora estoy viendo televisión y no puedo atenderte, ¿puedes llamar otro día? ¡Ha! Y perdón, pero tampoco he respondido tus E-mails porque no he tenido ánimos” ¿cómo se sentiría usted? ¿Se sentiría traicionado? Es posible, y lo más seguro es que se de cuenta de que Fred en realidad no es un verdadero amigo. Proverbios 17:17 dice que “un compañero verdadero ama en todo tiempo”, y se supone que siempre se tiene tiempo para los amigos, a menos que haya algo verdaderamente urgente que atender. ¿Actuaría usted como Fred? “¡Claro que no!”, de seguro es su respuesta, pero, piense en esto, ¿Se ha dado cuenta de que, probablemente usted y yo hemos hecho lo mismo que Fred? Veamos:


¿En qué se basa la amistad verdadera? Debe haber amor mutuo y sincero, confianza, sinceridad y respeto. Los amigos se conocen mutuamente y saben cómo es el otro, y esto se logra comunicándose constantemente. ¿Quién es su mejor amigo? Es posible que responda diciendo el nombre de una persona humana, pero, ¿acaso no debería ser Jehová, una persona-espíritu, su mejor amigo? Ahora bien, si se le preguntara qué tanto conoce a Jehová, ¿cuál sería su respuesta? ¿Revelaría su respuesta que Jehová de verdad es su amigo? Jehová nos conoce a la perfección, y sabe qué sentimos y qué necesitamos, aún antes de que se lo pidamos (Mateo 6:8; 10:30; Salmo 103:14). Así que Jehová no necesita que le digamos nada para conocernos a la perfección, pero, contrario a él, nosotros sí necesitamos esforzarnos para conocerlo a él. Sin embargo no es una tarea difícil pues Jehová mismo ha dado los medios necesarios para que lo conozcamos. Tenemos la palabra escrita de él, la Biblia, el “libro de la creación”, y el ejemplo perfecto de su hijo Jesucristo (2 Pedro 1:21; Romanos 1:20; Juan 14:9).


Para una amistad duradera y sincera se requiere comunicación, pero no que solo una parte sea la comunicadora; se requiera comunicación mutua. Entonces, ¿cómo nos comunicamos con Jehová? Es fácil, mediante la oración. ¿Ora usted todos los días? Hay quienes sienten difícil orar, no porque piense que Jehová no los escucha, sino porque no se consideran dignos de dirigirse a él. Sin embargo, la oración es un medio importantísimo para mantenernos espiritualmente fuertes y en comunicación con el ser más grande del universo. Él mismo nos invita a acercarnos a él, pues es el “oidor de la oración” (Santiago 4:8; Salmo 65:2)*.


Pues bien, ¿cómo se comunicará Jehová con usted? Mediante su palabra escrita, la Biblia. Entonces viene la gran pregunta, ¿lee usted la Biblia todos los días? Si su respuesta es positiva ¡felicidades! No es una tarea fácil, pero usted se toma el tiempo para cultivar una relación con Jehová. Pero si su respuesta es negativa, responda para sí mismo la siguiente pregunta, “¿cómo está su relación con Dios?” La Biblia nos insta a orar incesantemente, y es posible que lo hagamos, pero probablemente solo oremos, pero no leamos la Biblia a diario.


Hay tantos factores que influyen en la cantidad de tiempo que dedicamos al estudio personal, la oración, la meditación y la lectura de la Biblia, como el trabajo, la familia, el hogar y las reuniones cristianas.


Regresemos a la ilustración del principio: Usted es Fred ahora, y regresa a casa tras un largo y agotador día de trabajo. Lo que más quiere es comer y descansar. Entonces, tras la cena, se sienta en el sofá a ver la televisión cuando recibe la llamada de su amigo, ¿cuál sería su respuesta? ¿Sería: “no tengo tiempo para ti porque estoy muy cansado”, o, “me alegra volver a escucharte, charlemos”? Seguramente sería la segunda respuesta. Entonces, tras un largo día de trabajo y ocupaciones, ¿cuál es su respuesta a Jehová? ¿Le dice a Jehová: “Lo siento, estoy muy cansado para escucharte”? Aunque no nos atreveríamos a decirle a Jehová “Estoy muy cansado para escucharte”, en la práctica, le decimos eso cuando no leemos su palabra a diario, y preferimos ver televisión, escuchar música o navegar en internet. Al finalizar el día usted ha hecho muchas cosas importantes, pero, ¿se ha comunicado con Jehová y ha permitido que él se comunique con usted? Si no ha leído la Biblia porque estaba “muy cansado”, pregúntese, ¿cómo se siente Jehová de que “estoy muy cansado para oírle”? ¿Será que, al igual que el amigo de Fred, tiene los sentimientos heridos?


Meditar en el estado de nuestra amistad con nuestro padre celestial seguro nos hará darnos cuenta que debemos mejorar en algo, pero todo esfuerzo por acercarnos a él y ser sus amigos valen la pena. Es un gran privilegio ser amigos del ser que hizo todo, que tiene sabiduría infinita y poder absoluto. No desperdiciemos ese privilegio ni lo demos por sentado. Solo si aprovechamos ese privilegio podremos tener fe verdadera en él y sus propósitos, y por ende, sobrevivir al fin de este inicuo sistema de cosas. Entonces, ¿le dedica tiempo a su mejor amigo? Que la respuesta de cada uno de nosotros sea un rotundo “sí”, aunque esto implique “comprar” tiempo de nuestras actividades o descanso para leer a diario su palabra inspirada (Efesios 5:15, 16; 2 Timoteo 3:16).


*NOTA: Si no puede dirigirse a Jehová mediante la oración porque ha cometido un pecado, y esto hace que se sienta indigno de orarle es urgente que siga la exhortación de Santiago 5:14, de llamar a los ancianos, confesar el pecado y dejar que la corrección de Jehová mediante ellos haga sanar nuestra enfermedad espiritual.

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