El 15 de tisri del año 607 a.E.C (4/5 de octubre) significó un final, y a la vez un comienzo. Significó el final de la dominación de Jehová mediante reyes terrestres, y dio comienzo a un período de siete tiempos proféticos de dominación gentil. En el último Rey, Sedequías se cumplió la profecía de Ezequiel: “esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: ‘Remueve el turbante, y quita la corona. Esta no será la misma. Póngase en alto aun lo que está bajo, y póngase bajo aun al alto. Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser [de nadie] hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tengo que dar [esto] a él’” (Ezequiel 21:26, 27) Jehová había profetizado que se quitaría la “corona” hasta que viniera “aquel que tiene el derecho legal”, es decir, Jesús. La coronación de Jesús debía efectuarse al final de esos tiempos de los gentiles. La fecha señalada para tal suceso es el 15 de tisri del año 1914 E.C. es decir el 4/5 de octubre de tal año. En esa fecha empezó una guerra en el cielo entre Jesucristo y sus ángeles, y Satanás y sus ángeles. El efecto de dicha guerra fue la expulsión de Satanás del cielo, y su consiguiente furia acá en la tierra. A partir del año 1914 empezaron también los últimos días de este sistema de cosas, que se caracterizaría por Guerras, Pestes, Hambres y grandes Terremotos (Lucas 21:10; Revelación 12:7-12).
Pues bien, si la I Guerra Mundial señaló el “principio de dolores de angustia” que marcarían los últimos días de este sistema de cosas al empezar a Reinar Jesús desde el 5 de octubre de 1914, ¿Por qué dicha guerra empezó unos dos meses antes de dicho suceso? Para responder a tal pregunta, debemos leer detenidamente la profecía del capítulo 12 de Revelación: “Y se vio en el cielo una gran señal, una mujer vestida del sol, y la luna estaba debajo de sus pies, y sobre su cabeza había una corona de doce estrellas, y ella estaba encinta. Y clama en sus dolores y en su agonía por dar a luz. Y se vio otra señal en el cielo, y, ¡miren!, un dragón grande de color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas; y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó abajo a la tierra. Y el dragón se quedó de pie delante de la mujer que estaba a punto de dar a luz, para, cuando diera a luz, devorar a su hijo.” (v.v. 1-4). La mujer es la organización celestial de Jehová. El Hijo no es Jesús, sino el Reino que nació en octubre de 1914, y el Dragón claramente es el Diablo. Pero notemos un detalle. Satanás estaba listo para devorar al Reino antes de que este naciera. Satanás quería, de ser posible, impedir el nacimiento de dicho reino, y cegar a las personas para que no vieran el cumplimiento de las profecías bíblicas respecto al Reino. Por eso, no debería extrañarnos que tal guerra sanguinaria empezara antes del nacimiento del reino y la consiguiente expulsión de Satanás del cielo, pues el Diablo y sus demonios estaban preparados para lanzar su ataque, aún antes de que el Reino mismo naciera.
viernes, 14 de agosto de 2009
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